Lograr un futuro brillante y luminoso para todos nos exige dar una batalla donde necesitaremos una profunda conciencia sobre el liderazgo necesario para romper paradigmas, y avanzar.
Quienes me han formado políticamente me enseñaron la importancia de los principios y valores políticos, el programa y la idea. Sin embargo, mi mayor maestro, Hugo Chávez, grabó en mi corazón la trascendencia del individuo, del ser humano, del líder.
Y esa persona debe, ante todo, tener una mirada transparente, colmada de sinceridad.
Ese ser que podemos mirar como el guía de un proceso debe ser profundamente humanista, una persona de familia, de raíces muy hondas en la vida y una espiritualidad a toda prueba. Debe ser uno entre los humildes y capaz de hablarnos con la verdad, nos guste o no.
Es por eso que cuando se trata de pensar en los próximos años, nosotros, los que creemos en una sociedad justa, tenemos un líder en Nicolás Maduro.
Tenemos un Presidente que dejó todo por seguir sus ideales, por concretar el sueño trazado por el comandante Chávez. Un hombre que mientras todos llorábamos se tuvo que enfrentar a la más dura campaña para sostener de pie al pueblo. El factor humano, su integridad, su vocación de padre íntegro nos da la primera razón para apoyar su reelección.
Una segunda razón se vislumbra cuando vemos su relación con el poder. Ejemplos cercanos, como el de Brasil y Argentina, nos hablan de los pueblos que pierden sus derechos más elementales en manos del poder neoliberal. En contraposición, Maduro se ha plantado contra el modelo privatizador que roba la vida de los ciudadanos, y ha levantado un escudo de protección, siguiendo el camino de Bolívar y Chávez, por una patria de inclusión, justicia, derecho y corresponsabilidad. Se las ha jugado todas por nosotros que somos su pueblo, y eso es innegable.
Y una tercera razón por la que apostamos a continuar con el presidente Maduro es su patriotismo, su posición radicalmente antiimperialista, su palabra y acción congruentes, sólidas, para hacerle frente a las amenazas expresas, violentas, violadoras de los derechos del pueblo venezolano, jugadas a diario por el imperialismo y sus mayordomos en nuestro continente.
Los venezolanos siempre hemos sido rebeldes pero con causa. No nos da la gana de que nos digan qué hacer dentro de nuestra propia patria. No nos da la gana de que expulsen por un capricho al hombre que elegimos la mayoría de los venezolanos como presidente de nuestro país. Nos negamos a las imposiciones de los criminales. Somos un Pueblo, así, con mayúscula, libre, con una historia conquistada en los campos de batalla, y capaz de crecerse en las dificultades.
Por estas tres razones debemos defender la unidad por encima cualquier aspiración personal, dándole al presidente Maduro un espaldarazo firme, con la certeza que da la conciencia sobre el único camino válido, aquel que dignifica a cada una de las personas que conforman la nación.
Necesitamos cumplir con Chávez, que es lo mismo que cumplir con nosotros mismos, ser fieles a su visión de una sociedad participativa y protagónica.
Debemos organizarnos, ponernos de acuerdo en cada detalle. Nuestra arma es el voto, son todas nuestras manos juntas, demostrándole al mundo que el camino para un futuro con garantía solo puede ser posible si se deja atrás la violencia, el dominio de unos pocos sobre la mayoría, y se impone el respeto a la diferencia, y la consolidación del consenso y el acuerdo como fermento de la justicia y la equidad.
(Tomado de Pensando Américas)