Lo ocurrido ayer en Venezuela tiene ante todo un enorme valor político: que más de un tercio de los ciudadanos con derecho a voto haya acudido a los centros de votación aún sabiendo que será muy difícil que su opinión sea escuchada, pone de manifiesto el nivel de hartazgo de una parte muy importante de la sociedad venezolana. En circunstancias políticas, económicas y sociales mucho menos dramáticas que las que vive el país desde hacer varios años, lo más probable es que la participación hubiera sido insignificante y que la oposición hubiera salido chasqueada del plebiscito.
“La oposición venezolana ha conseguido una indudable demostración de fuerza frente al chavismo”
Su reto ahora es administrar ese hartazgo ciudadano para conseguir cambios pacíficos en Venezuela y eso pasa en primer lugar por una verdadera unidad de las fuerzas de la oposición que, a fecha de hoy, no es precisamente muy sólida. Su gran desafío es desatascar una situación “trancada”, como dicen los venezolanos, con Maduro enrocado en su decisión de llamar a las urnas el 30 de este mes para elegir a los integrantes de la Asamblea Nacional Constituyente. Su plan es reescribir la Constitución venezolana a la medida del chavismo y hacerlo por la vía de anular el parlamento salido democráticamente de las urnas de finales de 2015, en el que el régimen ya no goza de mayoría absoluta como ocurría hasta entonces.
“La oposición debería utilizar el resultado del referéndum como palanca para el diálogo”
El primer objetivo debería ser el cese inmediato de toda violencia y el llamamiento por parte de opositores y de Gobierno a la calma. Arengar a las masas sobre “la defensa con las armas de lo que no se consiga con los votos”, como hizo Maduro hace bien poco, no contribuye precisamente a detener el constante goteo de víctimas mortales en manifestaciones y tiroteos. Mientras, en lugar de continuar “trancando” las ciudades con manifestaciones que de forma casi invariable terminan en enfrentamientos con la policía y con algún muerto más, - ayer murieron otras dos personas - la oposición debería replantearse si la estrategia de desalojar a Maduro del poder a toda costa está dando los resultados apetecidos. Tres meses y medio después de que se iniciaran las protestas contra el régimen, casi un centenar de personas ha muerto en ellas y Maduro sigue en el mismo sitio y con planes para aferrarse aún más al poder.
Sé que todo esto es mucho más fácil decirlo o escribirlo que hacerlo. No obstante, desde fuera se tiene la sensación de que, ni por una ni por otra parte, hay la más mínima voluntad en estos momentos de ni tan siquiera explorar la posibilidad del diálogo y el acuerdo, bien sea de manera directa o a través de la mediación internacional. Lo cierto es que no hay otra salida de la crisis frente a una situación de atrincheramiento por ambas partes que no conduce a nada bueno para los venezolanos. La lección de participación ciudadana que la oposición le dio ayer a Maduro dentro y fuera de Venezuela debería ser el aval democrático más valioso para ofrecer y exigir el diálogo político que tanto necesita el país.