Pues bien, también estamos en momentos de picaresca empresarial que, lejos de estas tendencias de futuro, escogen la vía rápida para paliar los malos resultados de ventas, por ejemplo, e innovar sí, pero en ver cómo hacer rematadamente mal las cosas.
Estos días el tribunal de la competencia ha sancionado a compañías tan relevantes como Henkel, Sara Lee, Puig, y Colgate Palmolive (para que nos entendamos, marcas como Fa, La Toja, Magno, Sanex, Lactovit, Kinesia, y Heno de Pravia), porque han conseguido lo inimaginable en el mundo de los negocios: ponerse de acuerdo en una práctica de cara a los clientes:
- - ¿Han estudiado las nuevas tendencias de consumo de forma conjunta para tomar decisiones de gama de producto de cara al futuro con proyectos tipo investigaciones de mercado en base a panel de consumidores conjuntos? NO.
- - ¿Han creado un nuevo canal de ventas adaptado específicamente a un nicho de mercado común compartiendo gastos de I+D+I? NO.
- - ¿Han construido nuevas sistemáticas y procedimientos comerciales de relación con el canal de venta o con el cliente final de forma compartida para ahorrar costes? NO
Los resultados de estas compañías en estos meses se habrán incrementado seguramente pero yo me pregunto (y no hablo de criterios éticos ni morales): ¿cuánto durará este efecto?:
- - ¿Durará más que si identificaran nuevos segmentos con necesidades específicas que podemos cubrir y a los que nos podemos dirigir de forma particularizada en el futuro? NO
- - ¿Durará más que si contaran con una plataforma multicanal de acceso directo a los segmentos de forma individualizada para el futuro? NO
- - ¿Durará más que si formaran, involucraran, comprometieran, a las personas del equipo para que se tangibilice la actividad de la compañía en las vías más rentables para la misma con vistas de futuro? NO