Quizá uno de los mayores atractivos es la presencia estelar, aunque sólo se vea reducida a una única obra, de la mezzosoprano Cecilia Bartoli, que se convierte de esta manera en la primera cantante que consigue grabar al lado de un coro estrictamente masculino como el de la Capilla Sixtina en este majestuoso templo de la religión católica, con fotografías interiores que inmortalizan la experiencia artística. Bartoli presta así su tersura vocal a la etérea Beata viscera Mariae Virginis del compositor medieval Perotinus, donde el coro sostiene el continuo canto melismático de la mezzo italiana, creando un efecto de íntima espiritualidad.
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