Asimilar la pérdida de un gran deportista nunca es sencillo. Y no lo es porque siempre aportan algo que es difícil de sustituir, si es que eso llega a ser posible. Cuando el propio Lolo Sainz entró en el vestuario para decirle al resto de compañeros que Fernando Martín acababa de fallecer en un accidente de tráfico, al baloncesto español le temblaron las piernas víctima del más profundo estupor. Garra, lucha, calidad, superación. Todo ello se fue en un desgraciado instante pues uno de los mejores jugadores nacionales de la historia ya no volvería a tirar a canasta nunca más.
De todo ello se han cumplido recientemente veinticinco incómodos años en los que la vida y obra de Fernando Martín ha permanecido intacta como bien merecen todas las cotas que alcanzó y superó. Y de todas ellas la más llamativa sin duda es su aventura en la NBA, un mundo que por entonces sonaba lejano e inalcanzable, ya no sólo para él, sino para cualquiera que no se hubiese curtido en las difíciles calles de Estados Unidos o en el mundo universitario. Como ya dijimos en un post anterior, sólo el búlgaro Georgi Glouchkov había conseguido romper ese muro cuando en 1985 fue drafteado en el puesto 148 por los Phoenix Suns. Su aventura sólo duró un año pero le convirtió en el primer europeo (nacido y criado deportívamente en Europa) en lograr tal hazaña. ¿Y por qué? Glouchkov no estaba solo en aquel magnífico draft de 1985 que vio aparecer a jugadorazos como Pat Ewing, Chris Mullin o Kart Malone. Allí se encontraba también ni más ni menos que el propio Fernando que, en entre otras cosas, había sido elegido por los New Jersey Nets en el puesto 38. La diferencia entre ambos y que definiría ese honor antes mencionado, fue la decisión de los Nets de no hacerse con los servicios del español.
Pero volviendo un poco antes de esa decisión, los Juegos Olímpicos de Los Ángeles habían marcado un antes y un después para Fernando. Según cuentan, a la habitación del jugador llamó por teléfono un tipo que sólo hablaba inglés (Idioma que por entonces no dominaba). Al pasarle el teléfono a su compañero Lluis Cortés, segundo de la Selección, sorpresa. Ese enigmático personaje era Jerry West, manager general de Los Ángeles Lakers interesado en sus servicios. Aquel repentino interés sedujo a Fernando Martín que en 1985, una vez drafteado en segunda ronda, puso rumbo a Carolina del Norte, en donde comenzaría su formación en un campus de verano con los Nets en Princeton y posteriormente en Chapel Hill, en el Carmichael Jr. Audiotorium. Como curiosidad, en aquel primer viaje le perdieron las maletas en el aeropuerto, incluyendo su agenda de teléfono personal lo que le mantuvo incomunicado durante un tiempo.
Aquella experiencia fue corta pero intensa. El propio Fernando pudo comprobar de primera mano el gran poderío físico de los jugadores americanos. No obstante, la oferta salarial de los Nets unido a su propio desinterés en el pívot español, provocaron que hiciese las maletas rumbo a Madrid en donde aún pasaría un año más. El 6 de mayo de 1986, el mismo día en el que se anunciaba la lista de los 12 seleccionados para el Mundial de España, se anunció el compromiso de Fernando Martín con Portland en calidad de “agente libre”. Acudiría al campus de los de Oregón al acabar el Mundial y, finalmente, recalaría en dicha franquicia para disputar su primera temporada en la NBA. Estaba a punto de hacer historia para el deporte español, y para dejar su sello rápido pidió que su camiseta luciese MARTÍN, con tilde incluida, algo que no estaba previsto y que obligaba a coserla en sus camisetas.
Fernando Martín junto al mito Julius Erving
Su soñado debut se produjo el 31 de octubre de 1986 frente a los Seattle Supersonic. Era el momento esperado y para cubrir un evento de tal magnitud se desplazaron al Memorial Coliseum de Portland los periodistas Sixto Miguel Serrano, Manolo Lama (Sí, el mismo) y Fernando Laura. Fernando Martín iba a tener la oportunidad de compartir por fin cancha con jugadores de la talla de Terry Porter o el mítico Clyde Drexler. Al más puro estilo norteamericano, el speaker le presentaba con un: “Venido de España, con el número 10, el señor ¡Fernando Martín!” Sin embargo, por desgracia para el madrileño, Mike Schuler, técnico del equipo no contaba especialmente con él, ni lo haría a lo largo de la temporada, pero por cierta deferencia, y ante la expectación creada en España, Fernando debutó y participó en la derrota de Portland frente a los Sonic por 110-127 jugando un total de 2:02 minutos y aportando un rebote. Es digno de mencionar que el Coliseum, lleno con más de 12.200 espectadores, le recibió con una gran ovación. Al finalizar el encuentro, la cara de Fernando no mostraba excesiva felicidad, rodeado de grabadoras que no cabían en la mano. Su tono sonaba reflexivo, el de alguien que sabe que va a tener que sudar cada minuto.
A partir de ahí, con buena parte de la temporada por delante, acumuló un total de 146 minutos repartidos en 24 partidos en los que sumó un total de 22 puntos, 28 rebotes, 9 asistencias, 1 tapón, 7 robos de balón y forzó 24 faltas. Su poca participación en la rotación de jugadores así como las inoportunas lesiones, rotura del tabique nasal y artroscopia en la rodilla incluidas, que le forzaron a perderse más de dos meses de competición, convirtieron en testimonial su temporada en los Trail Blazers. El equipo como tal, realizó una decente temporada con 49 victorias y 33 derrotas (Terceros de la Conferencia Oeste) y se clasificó para los playoffs en donde perdieron en primera ronda frente a los Houston Rockets de Hakeem Olajuwon con 3-1 en la Serie. En el cuarto y último partido Fernando Martín jugó un minuto, que a la postre sería el último también de su carrera deportiva en América.
No obstante, Fernando aterrizó en la mejor NBA de la historia, al menos en mi opinión. La época del propio Drexler, de Michael Jordan, del showtime de “Magic” Johnson, de la muñeca mágica de Larry Bird, de los Bad Boys de Detroit, la sociedad Malone-Stockton, etc etc etc. Si el mejor jugador europeo de todos los tiempos (de largo), Drazen Petrovic sudó tinta china para abrirse un hueco en Estados Unidos, es normal que el propio Martín no triunfase allí, al menos en lo que a nivel franquicia se puede decir pues en lo profesional era un excepcional jugador, dominador en Europa, con carácter en la cancha y que realmente se abrió un hueco a base de méritos propios. Con otro entrenador en el banquillo, o en otra franquicia, quién sabe el potencial NBA que podría haber desarrollado. En todo caso, llegado el verano de 1987, no llegó a un acuerdo con Portland e hizo la maleta rumbo a España en donde tuvo una no menos movida negociación con el Real Madrid para su renovación. Como curiosidad de aquel momento, el conjunto blanco tuvo que dar la baja a Alfonso del Corral para meter en plantilla al madrileño. Con el tiempo, Del Corral se convertiría en pieza clave de los servicios médicos del Madrid.
Hoy día cuesta creer que con unos números equiparables a los de Víctor Claver en Portland, la aportación al deporte español de Fernando Martín sea tan grande, pero es que alguien tiene que abrir la lata como se suele decir. Por eso, estas lineas, muchas de tantas escritas ya sobre él, van para ese español que abrió una nueva ruta a las Américas que hoy en día es más prolífica que nunca: Pau Gasol, Marc Gasol, José Manuel Calderón, Rudy, Chacho, Claver…
DAVID ABELLÁN FERNÁNDEZ