No hay calles
si el viento sopla del oeste:
se borran
y la fruta cae del árbol dormido.
No hay calles
a la vez que luces:
se confunden
se convierte la serpiente en mago con sombrero.
¡Oh-Barcelona! Tus calles asoleadas
parecen los caminos de las tortugas
que viajan lento pero
se suben a las pirámides
y miran el horizonte azul.
Oh, hay calles que susurran
los cuentos de la montaña de Jun
¿existes? Preguntaste
y te sentaste en la acera caliente
viendo pasar zapatos con prisa.
No hay calles
si al verano se entregan:
se derriten
y despiertan, a un tiempo
tus colores y mis colores.
Volví de viaje y lo que más más más me apetece es experimentar. Por eso, ¿qué mejor que el veo veo para intentarlo? Estas dinámicas creativas me están llevando por caminos que no sabía ni que existían. ¿O calles, mejor dicho?Te interesa también...
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