Un día Cris se enteró que Daniel Glattauer, el autor del libro Contra el viento del norte que hacía nada que acababa de leer y que le había gustado tanto, iba a venir a Barcelona para presentar la segunda parte llamada Cada Siete Olas. Lo había decidido: Iría.
Día D(esastre).
La presentación comenzaba a las 20.00 así que diez minutos/un cuarto de hora antes, Cris ya estaba por la librería. Había una presentación antes así que se concentró bastante gente en la puerta. A las 20 y pocos minutos terminó y Cris entró dispuesta a sentarse en la primeras filas. Lo consiguió en la segunda, en el primer sitio del segundo bloque. Los demás ya estaban también acomodándose y sacando sus ejemplares y sus cámaras de fotos.
Cámaras de fotos.
Cris abrió el bolso para sacar la suya y poder hacer algunas fotos antes. Cris no encontraba la cámara, se puso nerviosa y una idea pasó por su mente.
Se la había dejado encima de la mesa. La había dejado allí para meterla en el bolso y SE LA HABÍA OLVIDADO.
¿Cómo podía haberse dejado la cámara en esta presentación tan importante? ¿En qué estaría pensando? Mejor dicho, ¿en qué no estaba pensando?
Comenzó la presentación de la mano de una de las editoras de Alfaguara, de Daniel Glattauer y de la traductora. A Cris le pareció un hombre muy simpático y agradable, miraba a los que estaban allí con curiosidad y con una sonrisa en los labios. Hubo preguntas y comentarios muy interesantes. Nos explicó como se habían basado los personajes, que le era más fácil escribir a Leo que a Emmi, que no pensaba hacer una segunda parte pero recibió tan cantidad de e-mails para que continuara que no se pudo resistir. Incluso nos comentó una anécdota donde que un hombre le escribió para que Daniel le escribiera a su novia para que volviera con él.
Cuando llegó al turno de preguntas, muchos alzaron sus manos. Algunas preguntaban si escribiría más libros así, si se publicarían más libro suyos en España. Otros comentaron el final del segundo libro abiertamente, así, sin más, fastidiando a todos los que aún no se lo habían leído (como Cris). El murmullo fue general y Glattauer contestó como pudo. Cris pensó que hay gente que debería de callarse antes de hablar y meter la pata; para que hicieran ese tipo de cosas mejor que se quedarán en sus casas porque no puede echar por tierra la ilusión de alguien que aún no se lo había leído, más siendo la presentación de éste.
(Nota de Cris: si no lo soltaba, reventaba).
La presentación llegó a su fin y tocó el momento firmas, el hecho de haberse sentado en la segunda firma hizo que consiguiera ser la segunda de la larga, larga fila. Tocó su turno, dijo su nombre, se lo apuntó en un papel, y Glattauer con una sonrisa firmó. Se dijeron Thanks mutuamente y Cris se fue.
Cris, Cris, Cris… ¡la foto! Los nervios la habían traicionado y se le había olvidado pedir una foto con él. ¿Cómo puede ser tan desastrosa?
Volvió a resignarse, al menos lo había visto, tenía su firma y un par de fotos borrosas.
Definitivamente, no era su día ya que:
- Se le olvida la cámara de fotos.
- Le desvelan el final del segundo libro (aún pretende olvidarlo ya que todavía no lo ha leído).
- Se le olvida hacerse una foto con él.
¡C-R-I-S E-S U-N D-E-S-A-S-T-R-E!
P.d: Mañana Cris va a la presentación de Reckless. Carne de piedra, de Cornelia Funke. ¿Se olvidará la cámara?