Ver los toros desde la barrera

Publicado el 13 junio 2019 por Carlosgu82

Ver los toros desde la barrera resulta cómodo. Como cómodo resulta disfrutar de los privilegios que nos da esa situación, sobre todo seguridad y tranquilidad. Qué fácil es hablar a toro pasado. Qué diferente resulta cuando nos toca encontrarnos con el toro en el albero y lidiar frente a frente, mirándolo a los ojos e intentando dominar su mente para conocer el ataque que viene, con el añadido sabido de la imprevisibilidad del animal que se tiene enfrente.
Lo bonito es regalar los oídos. Intentar seducir alabando las virtudes del otro. Enamorar y encandilar. Pero se vuelve vomitivo cuando, lejos de ser un amor sincero, se hace con alguna intención oculta, diferente de la propia de hacer sentir al otro como alguien único. El amor sincero es aquel que se da aceptando por completo las imperfecciones del ser amado y sin intención de obtener nada a cambio.
Lo fácil es criticar las decisiones tomadas ante cualquier situación, sin llegar a valorar con justicia las circunstancias que llevaron a tomarlas. Mucho más difícil es atreverse a participar en esa toma de decisiones, lo complicado es implicarse y demostrar valentía para encarar las cosas con una actitud adecuada cuando las cosas no pintan bien.
El camino más corto no siempre es el más adecuado. Ponerse en la piel del otro no es lo más apetecible cuando el otro tiene una piel menos impermeable que la que vestimos. Pero parece muy seductor vestirse con los ropajes de aquellos que muestran una situación más confortable, sin detenernos a preguntar los caminos que llevaron a esa confortabilidad.
Todos nos creemos, en alguna situación de la vida, que solventaríamos algún problema de manera diferente a la manera en que se hizo. Siempre cuando el problema ha pasado ya. Todos nos pensamos que haríamos las cosas de una forma más inteligente, optimizando los resultados.
Hay que ser valientes en el momento preciso.
Fran J. Lestón