Ver y tocar cocodrilos en Gambia

Por Martineznotte Alejandro Martínez Notte @martineznotte

A 17 kilómetros al sureste de  Banjul, la capital de Gambia, se encuentra la localidad costera de Bakau, aunque parece más bien que se trata de un pequeño departamento dentro de la gigantesca aglomeración de calles y casas unifamiliares que se extienden en todas direcciones hasta más de 40 kilómetros al sur sin discontinuidad.

Nos adentramos por calles sin asfaltar, con cloacas laterales abiertas y llenas de basura hasta llegar a un cruce donde debemos seguir a pie. Callejeamos un poco para llegar al Centro de Interpretación del Kachikally Krokodillenpoel, y en nuestro camino, en el que encontramos algunos vendedores de souvenirs, resulta asombroso toparse entre tanta pobreza y abandono un enorme mural de grafitis repleto de colorido y arte.

El Centro de Interpretación es un imprescindible en la visita, ya que explica la historia del país, su cultura, herramientas y una amplia muestra de instrumentos musicales étnicos, así como pinceladas del chamanismo local como máscaras, disfraces o la camisa Juju, a la que se unían pequeñas tiras de piel enrolladas también llamadas jujus y que protegían al portador y su aldea en momentos difíciles o disputas por la tierra.

A pocos metros del centro, sorteando unas gigantescos árboles llamados localmente “pies de elefante”, se llega hasta un estanque donde viven un buen grupo de cocodrilos.

Nos cuenta el guía del centro la historia o leyenda de una mujer cuyo hijo cayó a las aguas del estanque (en aquella época sin cocodrilos). La mujer corrió al poblado cercano a pedir ayuda,  ya que ni ella ni su hijo sabían nadar. Al llegar la gente al lugar, encontraron al pequeño vivo y sentado en una orilla.

Aún hoy en día, nos cuenta que muchas mujeres acuden a este lugar para rezar y pedir por su fertilidad.

Los cocodrilos tienen su origen en este lugar desde el momento en que trajeron a una pareja de estos saurópodos y los domesticaron. La vida fácil y los cuidados humanos hicieron que se reprodujeran rápidamente y desde entonces han ido creciendo en número. La buena alimentación y el contacto con los humanos desde su nacimiento, hace posible acercarse a ellos e incluso tocarlos. Una piel no tan dura como aparenta, caliente al tacto y de textura parecida al plástico.

La experiencia, una vez perdido el miedo inicial, hace de esta excursión una de las recomendadas si visitas Gambia.