Siguiendo con los consejos de sitios y actividades imperdibles para hacer en la ciudad feliz durante el verano 2012, en este artículo continúo con la enumeración de los más importantes a tener en cuenta cuando se la visita.
El centro
Mar del Plata es el mejor ejemplo de ciudad cosmopolita y diversa en varios de sus aspectos. Si bien muchos piensan que su mayor atractivo se encuentra de frente al mar, lo cierto es que eso no es así, lo cual queda demostrado cuando se voltea la vista y uno se encuentra con una urbanización como pocas hay en el país, repleta de lujosos edificios, con casas de estilo victoriano, con sendas peatonales que invitan a largas caminatas hasta altas horas de la madrugada y con una oferta de teatros, cines y comercios que bien le valdrían la postulación para transformarse en capital de la provincia.
Aquí algunos ejemplos:
Al final de la Peatonal San Martín se encuentra la Catedral de Mar del Plata, ícono religioso y bastión más importante en la zona de la fe cristiana. Los arquitectos encargados de mantener el patrimonio llevan varios años de reconstrucción y cada año, al inicio de la época de verano, en ella se programan conciertos a los que asisten los más eximios artistas nacionales e internacionales. En su interior, además de las cúpulas de estilo gótico y los vitrales franceses, asombra una réplica casi exacta (en tamaño natural) de la Piedad de Michelángelo, idéntica a la que se encuentra en la entrada de la Basílica de San Pietro.
Si hay ciudades con variedad de oferta a la hora de comer, ésa es Mar del Plata. Flexible y con amplísimas opciones para todos los bolsillos, paladares y exigencias, en ella se pueden comer desde las clásicas comidas rápidas que se ofrecen en los paradores de playa (tales como choclos enmantecados, sandwiches, hamburguesas, picadas de fiambres con cerveza tirada , los típicos superpanchos, pinchos de carne o pollo, tostados y licuados de fruta) hasta la exclusiva de frutos de mar, pasando además por los sitios de comidas tradicionales (de pastas, pizzas, carnes rojas, vegetarianas o las clásicas cadenas de comida chatarra)
Si bien en los restaurantes del centro casi todos cuentan con una carta de platos marinos, es en el Complejo del puerto donde mejor oferta se puede conseguir. Además, ése es el lugar donde mejor prueba de frescura en los alimentos se puede pedir ya que, en la mayoría de los casos, los restó cocinan los peces y frutos de mar que son extraídos el mismo día a tempranas horas de la mañana.
Algunos de estos lugares tienen un menú a la carta (donde hay un menú fijo con entrada, un plato principal y un postre) y en otros, los más populares (como Chichilo, La Nueva Caracola o Mediterráneo) cuentan con un sistema de autoservicio en el cual se eligen los alimentos según la propia elección y se paga por separado cada uno de ellos. Estos últimos son los que mayor variedad de platos ofrecen y son los que suelen ser un tanto más económico (aunque no tanto, puesto que comer pescado en Mar del Plata, paradojalmente a lo que se crea, es caro).
Ahora si lo que se busca es tener una cena ambientada en un espacio abierto y con una buena vista al mar, una opción indiscutida es ir al restaurante que se encuentra en el playón interno del muelle en la zona de la Playa Bristol (aquel donde hasta hace un tiempo estaba el icónico cartel de Cerveza Quilmes, quitado actualmente para su reparación). La otra, un poco más cara pero no menos interesante es reservar una mesa en algunos de los dos restaurantes con terraza y vista al mar del Hotel Costa Galana en Playa Grande, en los cuales hay menúes con platos típicos de mar y de cocina tradicional.
A la hora de los postres, los tradicionales son los clásicos chocolates y alfajores que ofrecen Havanna, Balcarce, Bonafide y otras tantas marcas marplatenses, y también los helados, toda una especialidad de la ciudad entre los cuales sobresalen los de Giannelli, la cadena de heladerías más famosa de Mar del Plata (las van a ver hasta el hartazgo diseminadas de punta a punta en la ciudad y abiertas prácticamente toda la noche).
Como verán opciones no faltan para tenerla en cuenta como próximo destino en las próximas vacaciones. Si son de los que escapan a los grandes atestamientos de público desestimen la idea de visitarla durante el mes de enero y vean la posibilidad de hacerlo después de la segunda quincena de febrero que es cuando el público se reduce al cincuenta por ciento y con él, los precios, los alojamientos y la tranquilidad y el espacio tanto en sus calles como en las playas. Evalúen cuando ir. Bien vale la pena.