Verano 2017 (iii).- estancia en casa da reina, cercanías de praia amorosa y visita a viana do castelo

Por Salpebu
La Casa da Reina está situada en la localidad de Chafé,freguesía (barrio amplio) de Viana do Castelo, capital de la provincia del mismo nombre, al norte/oeste de Portugal, región de Minho, río que la limita por el norte y es la frontera con España.La Casa da Reina es una propiedad actualmente dedicada al turismo rural, que comprende una amplia extensión de terreno en su derredor, en buena parte del cual existen plantaciones de viñedos, de los que se produce  un excelente Vinho Verde Loureiro, y otra variedad de Vinho verde con tres clases diferentes de vid.Casa da Reina es una casa rústica típica de la zona
del Miño, datada en 1744, integrada en una propiedad agrícola totalmente cercada, con hórreo, era y viña (productor y embotellador de vino verde con marca DOC "Casa da Reina"), situada a 5 kms de Viana do Castelo y a 2 kms de la Playa  Amorosa.La Casa fue restaurada por la familia Lima, y es una típica casa rural de la región portuguesa de Minho, y se ha mantenido respetando el estilo y los materiales de la región, si bien actualmente enriquecida con buen criterio para adecuarla a las actividades a las que se destina.Es una propiedad de cerca de 10.000 m2,  de cuya superficie unos 7.000 m2 están destinados a viña, ya que el vino es la principal producción de la Casa, verdadero y elogiable Modelo de Producción Bio-ecológica.Las variedades de uva que se utilizan en la producción vinícola son las Loureiro, Trajadura y Pedernã, que dan origen al vino de la Casa, un VQPRD "Casa da Reina", fresco y afrutado.Situada a unos 5 kms. de Viana do Castelo, y a 2 kms. de la Praia de Amorosa; a 25 kms. de Ponte de Lima y Caminha y a 35 kms. de la ciudad de Porto, la Casa ofrece condiciones óptimas para descanso, relajación y paz y sosiego en el campo, con la alternativa de poder descubrir costumbres, bellezas, folclore y rica gastronomía.
Desde que llegamos a la Casa quedamos gratamente sorprendidos por la amabilidad y disponibilidad de sus propietarios, Cecilia y Cristiano, ambos hablando muy bien en español, aunque comprobamos que
dominan también otros idiomas, y ya la primera tarde/noche, en la dependencia al otro lado del jardín, tuvimos la oportunidad de cenar en el porche que da acceso a la cocina, un sabroso bacon ou tocinho fumado (ahumado), fiambre (similar al jamón de york de España, pero más gustoso) y unos "pancinhos bijou", tiernísimos, que regamos con la buen cerveza portuguesa Super Bock. Todo ello comprado en el mismo Chafé, en una carnicería sugestiva y en una minitienda.
Convivimos en mesa y ambiente con una simpática pareja de madrileños, Sara e Iván, con los que compartimos --no podía ser menos-- el buen vodka "Kosachka rada", de Ucrania (que para algo viaja siempre con nosotros)
El ambiente estaba frío, por mor de un fuerte viento del norte, pero nos brindó la oportunidad de "sufrir" con el fresco, después del enorme calor que traíamos encima desde nuestra Valencia habitual.
El descanso nocturno fue espléndido, en la confortable habitación/suite con acceso directo desde el jardín, y por la mañana, no demasiado pronto, acudimos al porche antesala de la cocina, en la que ya los otros huéspedes estaban desayunando con fruición varias delicias de la zona.
La fluida conversación presagió los buenos ratos de charla de los que íbamos a disfrutar en días sucesivos.
Después del "pequeno almoço" (desayuno) nos trasladamos a la cercana playa de Amorosa, en
medio de un fuerte y desagradable viento, pese al cual había en la playa varias familias, tapadas y como refugiadas en unos paravientos y casetas de lona llamadas "barracas".
El ambiente no era demasiado agradable, pero aún pudimos curiosear por los varios restaurantes y bares de la zona, comprobando que los precios eran turísticos y más, por lo alto, aunque nos sedujo un restaurante en una de las esquinas de la rotonda de entrada, llamado "Tasca do Gomes", que ofrecía pescado fresco a la brasa, a precios altos, pero no excesivos. El problema era que hasta las 7,30 de la tarde no abrían para cenas (en Portugal, la comida es
de 12'30 a 14, y la cena de 7'30, hasta las 9'30), pero a esa hora ya aguardábamos a que se nos sirviera unas sardinas a la brasa (gordas y sabrosas) y un pulpo a la brasa (polvo na brasa), que hicieron nuestras delicias.
Al retornar a nuestra Casa, hallamos unos nuevos huéspedes, María Eugenia y Pedro, de Valladolid, con quienes se instaló al momento empatía y cordialidad, y con los que gozamos del fresco y de los comentarios sobre vivencias portuguesas.
A todo esto, contamos que por la mañana habíamos ido en Viana hasta el Santuario de Santa Lucía, en el monte sobre la ciudad, deleitándonos con
 un precioso paisaje del río Lima y su desembocadura, y además habíamos paseado por la capital, buscando la Praça da Republica y varios enclaves bonitos, inclusive los bulevares junto al río. Hubo materia para todo.
Y, pasada la medianoche (portuguesa), decidimos ir a nuestras suites para seguir durmiendo sin calor y soñando con nuevos viajes, como así resultó el siguiente día.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA