La entrada a Bucarest desde el aeropuerto "Henry Coanda", en Otopeni, demoró casi una hora, porque aunque la ruta era amplia (dos carriles en cada sentido), la acumulación de vehículos era tal que la progresión del tráfico era lentísima, y además el autobús se detenía en cada parada, en la que siempre subía gente, poniendo de manifiesto que no era un autobús "lanzadera" desde el aeropuerto sino un autobús urbano.Decidimos apearnos en la Piata Universitate, donde, mientras consultábamos el plano de la ciudad, una atenta señora se nos ofreció para orientarnos y nos aconsejó que acudiéramos a la Oficina de Turismo que se hallaba en los bajos/sótano de la plaza, y allí obtuvimos información detallada de los transportes, especialmente del autobús turístico ("City bus tour"). Caminamos por la amplia avenida hasta la Piata
Por finh en el barrio antiguo nos sentamos en la terraza exterior de un restaurante concurrido, en el que comimos una escalope al estilo de Baviera y unas cervezas alemanas. Bueno y no caro. Y, como ya anochecía, fuimos junto a la fuente de la Piata Unirii para deleitarnos con sus juegos de aguas y luces, y, al cabo de un rato, tomamos el autobús
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Bucarest (en rumano: București, /bu.kuˈreʃtʲ/ es la capital y ciudad más poblada de Rumanía, así como su principal centro industrial, comercial y cultural. Está situada en el sureste del país, a orillas del río Dâmbovița. La ciudad cuenta con 2 400 000 habitantes, según datos del censo de 2016, lo que la convierte, además, en la décima ciudad más poblada de la Unión Europea.La ciudad fue mencionada por primera vez en documentos escritos a comienzos de 1459. Desde entonces ha pasado por muchos cambios, pero el más notable fue convertirse en la capital de Rumania en 1862, por lo que se consolidó como el centro nacional de la comunicación, cultural y económico. Su ecléctica arquitectura mezcla estilos neoclásico, de entreguerras (Bauhaus y Art Deco), comunista y moderno. En el periodo de entreguerras, la arquitectura de la ciudad y la sofisticación de sus elites le valieron a Bucarest el apodo de "Pequeña París" (Micul Paris).Pese a que muchos edificios y distritos del centro fueron dañados o destruidos por la guerra, terremotos y el programa de sistematización de Nicolae Ceaușescu, la mayoría permanecieron en pie. Económicamente, la ciudad es la más próspera de
Mencionado por primera vez como la Ciudadela de Bucarest, en 1459, se convirtió en residencia del príncipe de Valaquia Vlad Tepes. Los otomanos nombraron administradores de la ciudad a los griegos al comienzo del siglo XVIII. Una revuelta liderada por Tudor Vladimirescu en 1821 puso fin a la dominación de los griegos de Constantinopla en la ciudad. La antigua Corte del Príncipe (Curtea Veche) fue construida por Mircea Ciobanul, y bajo los gobernantes posteriores, Bucarest fue establecida como residencia de verano de la corte, compitiendo con Târgovişte como capital del estado después de un aumento de la importancia del sur de Muntenia provocada por las demandas del poder soberano. Bucarest se convirtió en sede permanente de la corte de Valaquiaen 1698 (empezando con el reinado de Constantin Brâncoveanu). Parcialmente destruida por desastres naturales y reconstruida varias veces durante los siguientes 200 años, y golpeado por la plaga de Caragea, una peste bubónica, en 1813-1814, la ciudad fue arrebatada del