Después de descansar en el hotel, y tras un buen desayuno buffet, tomamos de nuevo el microbús que transportaba hasta el aeropuerto, llevando nuevamente con nosotros todo el equipaje. Una vez en el aeropuerto, resultó complicado hallar el punto en el que la empresa del alquiler de automóviles (KlassWagen) anunciaba la recogida de clientes para acercarlos a su oficina, situada en un polígono residencial, a unos dos kilómetros al norte del aeródromo.Tan fue así, que hube de telefonear varias veces a la empresa para saber del punto exacto, y como no entendiera bien las informaciones, opté por tomar un taxi que me acercara a las oficinas de alquiler. La distancia era corta, y el taxista me pidió treinta lei por el trayecto. No quise discutir, aunque era excesivo el importe (sobre unos cinco euros), y de esta forma alcancé con mi esposa las oficinas de KlassWagen.Nada más llegar, pude comprobar la buena organización de esta empresa (con detalles que hacían presumir sus raíces alemanas), y bastó dar el apellido para que nos atendiera inmediatamente un amable empleado. Como la reserva del coche ya se había hecho por Internet, bastó una firma, y en cinco minutos comprobamos que llegaba un turismo marca “Dacia” (fabricación
Después de descansar en el hotel, y tras un buen desayuno buffet, tomamos de nuevo el microbús que transportaba hasta el aeropuerto, llevando nuevamente con nosotros todo el equipaje. Una vez en el aeropuerto, resultó complicado hallar el punto en el que la empresa del alquiler de automóviles (KlassWagen) anunciaba la recogida de clientes para acercarlos a su oficina, situada en un polígono residencial, a unos dos kilómetros al norte del aeródromo.Tan fue así, que hube de telefonear varias veces a la empresa para saber del punto exacto, y como no entendiera bien las informaciones, opté por tomar un taxi que me acercara a las oficinas de alquiler. La distancia era corta, y el taxista me pidió treinta lei por el trayecto. No quise discutir, aunque era excesivo el importe (sobre unos cinco euros), y de esta forma alcancé con mi esposa las oficinas de KlassWagen.Nada más llegar, pude comprobar la buena organización de esta empresa (con detalles que hacían presumir sus raíces alemanas), y bastó dar el apellido para que nos atendiera inmediatamente un amable empleado. Como la reserva del coche ya se había hecho por Internet, bastó una firma, y en cinco minutos comprobamos que llegaba un turismo marca “Dacia” (fabricación