Altos del campus de la Universidad de Petrosani
Cuando estuve preparando el viaje a Rumanía, y especialmente atento a las alumnas y becarias que habían realizado prácticas en mi despacho, dirigí una carta abierta a todas las estudiantes, anunciándoles el propósito de mi visita a Rumanía y a Petrosani, invitándoles a que pudieran encontrarse conmigo, para así reavivar los recuerdos y experiencias compartidos con ellas. A mi primera carta abierta solamente respondió un par de alumnas, por lo que una semana antes de mi partida hacia aquel país, reiteré la carta, y obtuve más respuestas, especialmente de las becarias más recientes, y de la Universidad de Petrosani; aunque una de las más veteranas, Victoria, de Moldavia, ya graduada varios años antes, me comentó que le iba a resultar complicado encontrarse conmigo en Rumanía, ya que ella trabajaba en Chisinau, la capital de Moldavia. Otra apreciada alumna moldava, Cristina, me indicó que ella estaba trabajando ya enQuien estuvo siempre dispuesta fue Paula Ierulescu, quien inclusive me anuncioó que Stela y Lorena estaban deseosas de verme y charlar conmigo. De otras alumnas (Nicoleta, Ana, María, Tanya, Madalina) nada supe y nada he sabido hasta el presente.Con estos precedentes, después del encuentro con los dirigentes de la Universidad de Petrosani, y de visionar desde lo alto sus magníficas instalaciones, Paula organizó que, con ella y con Stela, acudiéramos a ver a Lorena Nistor, quien estaba trabajando en un hotel cercano a Vulcan ("Casa de Vis"), y allí nos dirigimos. Lorena nos atendió alegre y solícita, e improvisamos una especie de desayuno, al que se sumó un muchacho dieciochoañero, llamado Eduardo Csibi, de cuerpo voluminoso y espíritu inquieto (Se le notaba que "bebía los vientos" por Paula) y estuvimos departiendo con alegría y simpatía un largo rato, en el que nos pusimos al día de nuestra vs vidas y proyectos y desempolvamos los recuerdos de los tiempos compartidos durante las prácticas de Valencia.Hubimos de poner fin a tan grata reunión, entre otros motivos porque Lorena debía atender sus responsabilidades en la recepción del establecimiento, y decidimos, a propuesta de Eduardo, subir las montañas cercanas a la población de Vulcan, concretamente hasta el Vulcan Pass, que marca la divisoria entre las provincias (Judetul) de Hunedoara y Groj. La carretera era la propia de montaña, con curvas y recurvas, que permit´çian vislumbrar preciosos paisajes, hasta que llegamos al mismo Pass, en el vimos un conjunto de escultura en honor a militares rumanos mintervienientes en la Primera Guerra Mundial, presidiedos por los reyes de Rumaía de aquel entonces.