
Más de un año sin publicar mis experiencias viajeras, lo cual lamento y por lo cual me excuso con los lectores y seguidores del blog.
En verdad, desde el último post hemos soportado en España varias (2 ó 3) nuevas “olas” de Covid-19, con su carga de confinamiento, restricciones, limitaciones de aforo, reducciones de viajes y un sinfín de cortapisas, en ocasiones más arbitrarias que justificadas.
Por ello, y porque, además, se me “coló” una incidencia de salud importante, que me enfrió el espíritu viajero y hasta mis latidos vitales, ya que las obligaciones médicas y las agresiones medicamentosas pasaron a ser preferentes, por ello, repito, me instalé en una aparente o indolencia para programar y realizar viajes que hubiera deseado.
Parece que la “ola” se ha ido minimizando, y aunque las exigencias de cumplimientos médico/sanitarios no han desaparecido, creo que ha llegado el tiempo de ilustrar algo sobre alguna de las vivencias viajeras en todo el tiempo pasado, especialmente en el verano de 2021

Ya había decidido la compañía aérea para el desplazamiento y elegido el alojamiento, cuando reaparecieron las restricciones de viajes y las limitaciones de entrada y hube de decidir un aplazamiento que se ha ido demorando hasta ahora, aunque espero que pronto podrá obsequiar a mi cónyuge con el viaje que bien merece.
También debíamos, el matrimonio, viajar a Ucrania, tierra natal de mi esposa, para resolver asuntos administrativos, pero a la práctica desaparición de vuelos (y más aun vuelos directos desde Valencia) se unió la existencia de cuarentenas y la exigencia de especiales vacunas, de manera que, demorado el proyecto mes a mes, al final se resolvió que viajara solamente mi mujer, y yo me quedé en Valencia, enfrascado en consultas médicas y pruebas hospitalarias y aumentando por ello mi sed de viaje y más al precioso y querido país del Dniéper.
Al final casi ha pasado el verano y me he limitado a un viaje de un día

Así estaba pasando el verano cuando, cercano el fin de agosto, opté por realizar finalmente un viaje de cierta importancia, y pude convencer a mi esposa (algo decaída por un contagio de Covd-19 pese a su vacunación doble varios meses antes) de desplazarnos siquiera por un largo fin de semana a una zona de España que ella hubiera conocido menos y no hubiéramos frecuentado en mucho tiempo.

De ello comentaré en mi siguiente entrada.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA