Este verano he tenido seis semanas de vacaciones que he repartido entre Menorca y un viaje al sudeste asiático. Como viene siendo habitual en los últimos años combino la visita de un país asiático que no conozco con unos días en Tailandia, a donde no me canso nunca de volver. Este año me decidí por viajar a Laos.
Llevo más de diez años seguidos viajando todos los veranos a Asia, cosa que no deja de sorprender a amigos y familia. Sin embargo tengo dos buenas razones para no cambiar de continente durante mis vacaciones estivales: una porque para mi gusto y después de Europa es la zona con más atractivos turísticos del mundo, y otra porque la mayoría de países de la zona ofrecen una relación calidad-precio que ninguna otra zona es capaz de igualar, algo fundamental para mis vacaciones de verano que suelen ser bastante largas (6 semanas).
Los precios de la mayoría de los países asiáticos hacen que sea posible (con la excepción de Corea del Sur, Japón, Singapur, y Hong Kong que tienen una estructura de precios similar a la de los países occidentales) viajar muy cómodamente a precios muy muy asequibles, lo que permite pasar largas temporadas, como es mi caso, viviendo bien con un presupuesto razonable. Mi época de mochilero cutre sin un puto duro quedó ya atrás. Ahora me gusta disfrutar de mis viajes con más comodidad y sin privarme de nada dentro de unos límites. Asia pone a tu alcance la comodidad e incluso el lujo a precios muy baratos.
Este verano he visitado la parte norte de Laos, para mí es la más interesante y representativa del país, y en Tailandia he dividido mi tiempo entre Bangkok, Phuket, Koh Phi Phi, y Koh Samui. He tenido un poco de todo: la oportunidad de conocer la cultura de uno de los países que menos influencias del exterior ha recibido como es Laos, visitas monumentales, naturaleza salvaje, playas paradisíacas, copas y buena vida nocturna, una gastronomía excelente, un tiempo fantástico a pesar de ser época de monzones, he conocido a gente muy divertida e interesante, y sobretodo me he rencontrado con viejas amistades.
He disfrutado mucho de este viaje en gran parte gracias precisamente a los amigos (y amigas) que he visitado y a la gente nueva que he conocido. Por esta razón, antes de escribir sobre este viaje y como es de bien nacido ser agradecido quiero dedicarles unas palabras a algunas personas que me han acompañado en este viaje (al menos a los que hablan español y que entenderán este post).
A Javi (que siempre estuvo disponible para una cerveza o ayudarme en lo que fuera) y César gracias por pasearme por los bajos fondos de Bangkok y mostrarme vuestra sapiencia y saber hacer con esas tais tan traviesas que frecuentan esos antros que tanto os gustan, a Joseba y Gabriel, amigos y compañeros de viaje, gracias por aguantarme en los tramos que hemos compartido (espero el momento de tomarnos una cerveza en Bruselas y comentar la jugada), a Nico (que te has portado conmigo como si fuésemos amigos de infancia) y Machado, no me cabe la menor duda que si algún día me voy a vivir a Bangkok formaremos el mejor equipo de canallas de la historia de Tailandia, aunque eso suponga arruinar nuestras vidas ;). A todos gracias y nos vemos en las barras... de aquí o o mejor en las de allí.