Los músicos, como los profesores, no tienen vacaciones e incluso el verano lo aprovechan habitualmente para seguir perfeccionándose, en la siempre eterna búsqueda de la inalcanzable perfección. La Fundación Príncipe de Asturias lleva desde 2005 con esta escuela internacional que convierte Oviedo en un campamento urbano de verano musical, un bullir de jóvenes músicos y profesores de prestigio internacional al que se une en este 2013 la JONDE, también residente un par de semanas, en periplo cantábrico hasta el 10 de agosto.
Entrar en el Auditorio y comprobar cuánta música se respira es todo un orgullo, máxime en unos tiempos donde los políticos recortan precisamente por la cultura, y la música desaparece de la educación obligatoria dejándola como materia residual (WERTgonzoso). Tendrían que pasarse por Oviedo y vivir de cerca lo que supone estudiar música para estos jóvenes, muchos llegarán a figuras, otros se convertirán en atriles de las pocas orquestas que nos dejen o emigrarán para engrosar plantillas donde los apellidos españoles cada vez son más habituales, más muchos que seguirán disfrutando de la música desde otras profesiones, porque ya se sabe que es difícil explicar que álguien estudie música ¿nada más?.
Inversión en futuro que arrancó hace años con la FPA apostando por ella desde la llegada de Los Virtuosos de Moscú en 1990 que marcaría este presente reluciente. Plantar para recoger, esperanza y tiempo dedicado al más sublime de las artes que ahora con la perspectiva que dan estos 23 años supone presumir de músicos en todas las familias orquestales y no sólo en el viento donde la región valenciana era referencia. Gracias a la Fundación por seguir manteniendo la visión de futuro pese a los recortes de miopes gobernantes y también gracias a los patrocinadores y colaboradores que hacen posible esta formación, algo más económica de lo que supone para las familias seguir pagando los estudios musicales de sus hijos.
Y es que tenía que contar todo lo anterior antes de relatar un concierto de alumnos de viento madera y cuerda: solistas, dúos, tríos y hasta un cuarteto de cuerda que convierten la llamada "música de cámara" en lo más didáctico para intérpretes y público, una Escuela de Verano donde los profesores preparan con ellos las obras que el público degustará y juzgará siempre con benevolencia, sabedores de lo que supone tocar ante el respetable unas obras que marcarán un camino muy largo pero asentado desde estos cimientos.
Verano de músico que no sabe de vacaciones pero al que trabajar en estos niveles les viene cual complejo vitamínico extra, trabajo individual y en equipo, solidaridad juvenil hecha música con el desparpajo de la edad y también la responsabilidad por hacerlo lo mejor posible. Citar en primer lugar el papel desempeñado por el profesor Óscar Camacho Morejón como pianista, más que acompañante o repertorista un apoyo imprescindible para los solistas, piano en estado puro o reducciones orquestales, siempre atento a los intérpretes que mima con experiencia y rigor.
Los alumnos de viento madera tienen como profesor de flauta a Antonmario Semolini y fueron en el concierto el jovencísimo Hernán Rodríguez San Miguel al que le tocó abrir velada interpretando la Sonata en fa mayor (B. Marcello) apuntando maneras y buen sonido aún pendiente de fijar afinaciones, sobre todo en los movimientos lentos, y en sexto lugar Diego Aguiar Armada y el "Allegro" de la Sonata para flauta y piano en si bemol mayor, anh4 (Beethoven), ya de nivel más avanzado aunque todavía falto de volumen en el grave.
La cuerda, y en especial el violín, fueron nuestro talón de Aquiles que se vio reforzado por esa feliz idea ya comentada de "La Fundación" por acoger en Asturias a Los Virtuosos de Moscú. Poco a poco resultó normal encontrar suficientes alumnos, antes minoría, como para ir creando escuela en nuestra tierra, unido a esfuerzos familiares apostando por completar esa formación, siempre paralela a los estudios obligatorios en colegios e institutos. Y estos cursos siguen ayudando a descubrir talentos o reforzar los que ya tenemos. Cierto que estos jóvenes tienen niveles y edades distintos, pero las obras presentadas fueron exigentes y sin concesiones para los intérpretes.