Verano, sol y montañas rusas

Por Maletas@sinrumbo

Se acabó la lluvia. ¡Estamos a 25 grados en el sur de Alemania! Y al tímido sol le da por picar y morder la cara. Es el mejor momento para hablar de montañas rusas. Los gritos histéricos cuando te subes a una, junto al bateo de las olas del mar, y el murmullo de los niños jugando en la piscina son mis sonidos de verano favoritos.

Espero escuchar grillos dentro de poco para redondear esa sensación estival. Mientras tanto aprovecho para presentaros el parque de atracciones más visitado del mundo tras Disneyland París: el EuropaPark en Baden Wüttenberg, el estado federal donde vivo.

A diferencia del emporio temático de Disney, abierto 365 días al año, el EuropaPark abre dos veces: desde Semana Santa a noviembre y de diciembre a mitad de enero. El año pasado recibió 4 millones de visitantes y este año le espera la mía...

Tengo muchas ganas de subirme en sus montañas rusas. Es una especie de desafío porque me dan pánico, pero se acabaron las ñoñerías. Os cuento. El parque está dividido en 15 áreas temáticas coincidiendo con los principales países europeos. Y tiene 10 montañas rusas.

Me apetece sobre todo subir a la Silver Star: mide 73 metros de altitud, alcanza una velocidad de 127 kilómetros por hora y experimentas una aceleración de 4 Gs de fuerza, es decir, cuatriplicas tu peso- y durante 20 segundos sientes la misma ingravidez que los pilotos de acrobacias. Es la única diseñada por una empresa suiza, los ingenieros Bolliger & Mallibard. El resto las inventaron los dueños del parque.

¿Y quiénes son los dueños? “Mack Rides”, una saga familiar dedicada a las atracciones desde el siglo XIX. En 1780 fabricaban coches y en 1880 vagones de circo. A partir de 1921 se especializaron en montañas rusas y abrieron un parque donde mostrar sus modelos. Son muy eficientes: los trenes salen sin demora y nunca se forman colas largas. El Silver Star pasea en sus trenes de 36 plazas 1.750 personas cada hora.

Y otro par de pinceladas. De lo que os podéis encontrar allí y no quiero perderme: el Alpenexpress, la atracción más antigua -una especie de Siete Picos de pendientes suaves que atraviesa una mina de diamantes- y el Blue Fire, la instalación más moderna. Comienza atravesando los pasillos de una central de energía a punto de explotar y te lanza a 100 kilómetros por hora por una orgía de loopings, bucles y rizos.

Qué ganas tengo. De momento mi experiencia más clautrofóbica y festiva a la vez ha sido coger la Autobahn desde Hamburgo a Constanza y pasar 10 horas seguidas en la carretera. Fue un viaje divertido, pero creo que es mejor gritar un rato en una montaña rusa. Y descargar adrenalina.