Manchester-by-the-Sea (traducido para el título español como “frente al mar”) es un pequeño pueblo ubicado en la costa este estadounidense que cuenta con unos cinco mil habitantes. Allí comienza y se desarrolla una película que, al estilo de las de Alexander Payne, se ancla en personajes de carne y hueso, de esos que te los crees a pies juntillas porque tienen pinta de ser el típico parroquiano. Bueno, el típico de Nebraska o, como en este caso, de Massachusetts.
Un modo de hacer cine que Kenneth Lonergan conoce muy bien a raíz de su exitoso debut en el año 2000, Puedes contar conmigo, pero al que le fueron cortadas las alas debido al accidentado proceso de postproducción de su siguiente proyecto, Margaret, que tardó cuatro años en estrenarse. Su protagonista, Matt Damon, le propuso escribir este filme, que iba a suponer su puesta de largo como realizador, en un intento de sacarlo del ostracismo al que le había condenado la industria. Los caprichos del destino (y el rodaje de Marte) pusieron a Lonergan tras la cámara en sustitución de Damon, que quedó en labores de producción renunciando así mismo al papel principal para el que recomendó a un amigo de la infancia, Casey Affleck.
El resultado, seis candidaturas a los Óscar en las categorías principales, dos de ellas para el director y guionista, y una, con vitola de favorito, obtenida por el protagonista, que incorpora a un taciturno conserje que malvive en un cuartucho en Boston mientras maldice a los inquilinos a los que presta servicio. Un misántropo peleado con el mundo incómodo en su propia piel.
Las razones que han motivado este estado de apatía y abandono ante su propia vida nos las irán revelando los flashbacks hábilmente trufados a lo largo del fantástico libreto firmado por el realizador neoyorquino. Un texto que le hace regresar a su Mánchester natal para hacerse cargo de un sobrino al que le une, desde pequeño, una relación muy especial, pero del que se siente incapaz de hacerse cargo ahora que ya se ha convertido casi en un adulto.
Lo mágico en un trabajo de estas características surge de la paciencia del espectador que observa cómo se va construyendo la personalidad del tipo sobre el que gira la trama a partir de retales que el cineasta invita a ir cosiendo. Capa a capa, jirón a jirón, la sensibilidad de lo escrito pasada por el tamiz de la sutileza del actor se traducen en un fulano real que habla, camina y sufre como cualquier hijo de vecino, un hombre que navega a través de un relato narrado con la parsimonia que necesita una historia bien contada que se te va adhiriendo al alma hasta que llega un momento en que la intensidad se revela abrumadora.
Ver a Casey Affleck y a Michelle Williams frente a frente, con esa verdad tan estremecedoramente cercana, acongoja de tal manera que el sufrimiento muda en gozosa satisfacción provocada por una obra de arte maravillosamente redactada, dirigida e interpretada.
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Mánchester frente al mar
Dirección y guión: Kenneth Lonergan
Intérpretes: Casey Affleck, Michelle Williams, Lucas Hedges
Música: Lesley Barber
Fotografía: Jody Lee Lipes
Duración: 137 min.
Estados Unidos, 2016