Hemos visto la imagen de novedad, seriedad y aplomo con que Sarkozy y Zapatero han abogado por una "nueva tasa" en la Onu. Porque es "justo" y "conveniente" que los ricos banqueros y financieros haga un "mínimo esfuerzo" y que paguen un impuesto por las transacciones financieras internacionales.
Y de entrada la cosa escenificada en la Onu parece justa, porque todos estamos -en plan Hollywood, que tiende a ser maniqueo- con el justiciero Robin Hood a favor de los pobres, que son necesariamente buenos, y por tanto contra los malos que son ricos y egoístas.
Aunque también cabe pensar que puede tratarse de una astuta ocurrencia lanzada por un par de pícaros de la política como cortina de humo para distraer la atención por un momento y ocultar los problemas reales que cada cual tiene en el respectivo panorama nacional.
Porque no sólo el asunto es bastante viejo como idea, por mucho aplomo y seriedad que se ponga en su escenificación novedosa ante los medios, sino que su hipotética implantación en el mundo real (quién y cómo cobra esos impuestos, con qué criterios los distribuye, etc.) es algo que está más bien lejos de resultar factible, según están las cosas hoy en día.
No sé si alguien -al ver ayer a Sarkozy y Zapatero en la Onu proponiendo su plan innovador y justiciero- habrá recordado algo sobre la vieja idea de la "tasa Tobin", que es de lo que en definitiva hablaron con grandes aires (producidos por sus respectivas maquinarias comunicativas) de novedad, aplomo y seriedad ante el mundo mundial. El caso es que hablaron -sin decir una palabra de quién, cómo y cuando lo pone en práctica- de lo que está referido incluso en Wikipedia:
una propuesta de impuesto sobre el flujo de capitales en el mundo sugerido a iniciativa de James Tobin en el año 1971, quien recibió el Premio Nobel de Economía en 1981...
Los movimientos por una globalización alternativa opinan que los ingresos que este impuesto produciría podrían ser una importante fuente de financiación para combatir la pobreza en el mundo...
Todo esto viene a ser recordarlo, porque a veces el cinismo o el oportunismo político lleva a plantear con gran seriedad y naturalidad, como algo propio del propio oficio, lo que una viñeta paradójica del New Yorker de la próxima semana mostraba esta misma mañana en la red:
Ahí está, tan seria la moza con la copita de fino y el ordenador, mirando en la red a ver si hay algo de verdad en el rumor que ella misma ha lanzado.
Lo dicho: imágenes de la nueva picaresca política y comunicativa internacional.