Verdún sin mitos

Publicado el 06 abril 2016 por Joaquín Armada @Hipoenlacuerda

La explosión sorprendió a los soldados con la bayoneta calada, esperando un asalto que nunca llegó. El obús alemán levantó una ola de tierra que sepultó en su trinchera a una cincuentena de franceses. Solo la punta de las bayonetas indicaba su posición. La imagen es tan falsa como atractiva. Aún hoy la legendaria ‘Trinchera de las bayonetas’ es uno de los lugares más visitados del Memorial de Verdún, aunque los turistas descubren que ninguna bayoneta florece del suelo.

Flamante centenaria, Verdún sigue rodeada de estereotipos. Fue la batalla más larga de la IGM, pero no la más sangrienta, aunque 700.000 alemanes y franceses cayeron muertos o heridos. Con su muerte Francia salvó al mundo, dijo el presidente galo Poincaré. En ‘Verdún, 1916. Crónica de la batalla más célebre de la Primera Guerra Mundial’, Paul Jankowski desmonta el mito: Verdún no decidió nada.La batalla que ninguno de los dos bandos creía que decidiría la cuestión de la guerra se convirtió en una batalla de prestigio a la que ninguno de los dos bandos se atrevió a renunciar jamás”.

Verdún empezó y terminó a cañonazos. 60 millones de proyectiles se dispararon durante los 300 días de batalla, transformando bosques y pueblos en un lodazal de cráteres, un macabro cementerio donde los ‘poilus’ (peludos) franceses combatían contra los ‘landser’ alemanes, entre ratas, piojos y cadáveres. Imposible imaginar un lugar más atroz sobre la tierra, recordaría un teniente francés. Con brillantez, Jankowski nos lleva al horror que vivieron los soldados de ambos bandos, enfrentados en un escenario apocalíptico.

Durante décadas, Erich von Falkenhayn, el general en jefe alemán, fue un monstruo sanguinario. Él mismo alimentó la leyenda intentando justificar su derrota. Acabada la guerra, Falkenhayn afirmó que envió al Káiser un memorando en la Navidad de 1915 explicando que el auténtico objetivo de la ofensiva era “desangrar hasta la muerte a las tropas francesas”. Nadie lo halló y, aunque tras la destrucción de los archivos imperiales en 1945 su búsqueda es imposible, quizá no se pudo encontrar porque nunca existió.

Paul Jankowski ha escrito un ensayo magistral que es mucho más que un relato de la batalla. Con brillantez, analiza las sucesivas lecturas de Verdún: el relato heroico que nació nada más iniciada la batalla, la apropiación nazi del sufrimiento de los ‘landsers’, el uso durante décadas de la última gran victoria militar francesa para simbolizar la unidad de la nación. Tras la vergüenza de Vichy, se intentó lo imposible: conmemorar Verdún sin mencionar al ‘salvador’ Pétain. Al fin y al cabo, el capitán De Gaulle también había luchado en la gran batalla. En su inmensidad, la batalla más larga podía aceptarlo todo.

Verdún, 1916. Crónica de la batalla más célebre de la Primera Guerra MundialPaul Jankowski. Esfera de los libros. Madrid, 2016. 448 páginas, 25,90 euros.