No puedo evitar que una de mis mayores pesadillas sea la de ir a orinar a los servicios de un restaurante chino. No hablo de los famosos Woks que tanto abundan en la "actualité" sino en los auténticos restaurantes chinos, ya sean caros o humildes, no importa.
De normal, en esos baños, nunca hay nadie, están en penunbra o sólo hay luz bien en el lavabo o bien en los cubículos del retrete.
Cuando me meto en uno de ellos y comienzo a orinar siempre pienso que de una de las paredes, que resultaría ser falsa, se abriría y una banda de chinos me raptaría para llevarme a algún lugar lúgubre y hacer una snuff movie conmigo torturándome y haciéndome pedacitos. No lo puedo evitar.
Y es que los asiáticos tiene dos caras antagónicas: O son muy espirituales con su Tai Chi, su Zen y sus chakras o son tremendamente violentos con sus mafias, sus películas ultra-gores y sus torturas demenciales.
Total, para acabar en trocitos acompañado de verduritas Lo Mein junto al pollito Kun Pao y al Kubak de gambas.
Porque los chinos, con esos ojillos rasgados ¿te miran o recelan? Hummmmm....