Verso o libertad.

Publicado el 21 noviembre 2019 por Carlosgu82

Altanera la posibilidad, de sorprenderme todos los dias. Y rebuscar en mis entrañas la raíz de mis versos.
Ando perdida, perdiendo.
Perdí una campera celeste.
Y un sueño.
Perdí una media color fucsia.
Y perdí también algunos miedos.
Hoy una casa desconocida ahora es mía por un tiempo. Huele a pintura y pasado.
Huele a todo menos a lo que extraño.
Ayer te dije menos, menos de todo lo que quería decirte. Y debí luego haberte dicho esto, pero tampoco lo hice.
Un barrio nuevo, toda la gente se conoce y se saluda entre sí. Yo soy una extraña de shorts y remeras cortas. Y me agrada serlo.
Entre las dos y las cinco de la tarde existe un silencio del que quisiera escaparme. Mendoza es y será siempre el vino, la siesta y los mates.
Hoy salgo a recorrer estas calles, con nombres extraños. Mientras pienso en mi maldita habilidad para decir lo que no pienso y reducir mis sentimientos a dos o tres palabras breves. Cuando son mas que eso…son mucho mas que eso.
El tiempo hizo una cúpula de tierra sobre éste lugar, cubriendo así un paisaje pintoresco. Como esos cuadros que cuentan la verdad de una época polvorienta.
Las señoras barren sus veredas, y el obstinado viento les devuelve hojas. A veces pienso que juega con ellas, para mantenerlas en pie, activas, con un propósito en su memoria.
Es primavera y las pelusas del ambiente me hacen llorar, las mujeres del barrio observan mis lágrimas queriendo entender mi pena. La condena de las lágrimas es tan abrumadora a veces.
Una plaza me da la bienvenida, la primer bienvenida que he recibido aquí. El aroma del césped, el cantar de las aves, y la historia de los árboles narradas por el viento me invitan a quedarme.
Los enamorados, se encuentran estrictamente ubicados en los bancos mas escondidos de la humanidad. Donde sombras, arbustos y anhelos los cubren casi por completo. El sentido de todo esto, es encontrarse y encontrar en un caluroso día primaveral las respuestas a las preguntas que nadie pudo preguntar aún.
Un par de sonrisas nerviosas, cuatro perros y siete señoras obedeciendo al traumatólogo que les recetó caminar.
Las nubes dicen lluvia, mamá pregunta donde estoy. Físicamente estoy a un par de cuadras de nuestro nuevo hogar.
Aunque un concepto, un gran concepto, me desvía de la realidad, no sé si estoy o me dejo estar. Si pensar demasiado es lo que me trajo hasta acá. O si un dramatismo extremo se apoderó de mi cerebro.
Comienzo a caminar, la verdad es que amo hacer esto. Encontrar un paraíso en el desierto y escribir su majestuosidad. Transformar abismos en versos, multiplicar los detalles, transitar los sentimientos de alguien mas.
Para ser honesta, ya no sé si hablo de vos o de esta ciudad, si es mentira o es verdad, si es verso o libertad.
Nunca sabré y nunca sabrás si el viento narra o sólo sopla.
Si ése paraiso era real o si era sólo una postal.
Nunca sabré y nunca sabrás si estaba realmente sola.
Ni sabremos de quién eran realmente ésas sonrisas nerviosas.

La distancia se hizo corta recordando y recordandote, mi casa me espera treinta pasos mas allá.

Un sentir agridulce acaricia mi llegada, por primera vez me siento en casa, en éste lugar.