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Poesía a partir de la deseperación, al límite la vida y la supervivencia.
Te encontré sentado al borde de la vida,
observando en silencio el abismo que te espera.
Sólo pude ayudarte a entender
que el vértigo es saber
si estás preparado para la caída.
Sabrás buen amigo que a caer nadie obliga.
Sabrás por tus vivencias que puede salir bien.
Ahora quiero de ti conocer
si además de la fe
perdiste antes la vida.
Así que ahora que has tomado conciencia.
Casi prefiero que sigas con tus dudas.
Recuerda que vivir es dudar,
pero de cómo continuar
con tu propia existencia.
Al borde de la vida sigo,
y ni siquiera he llegado
al final.
Baches uno tras otro hubo,
que marcas me han dejado.
Que aquí están.
Saldré. Iré, no me dejes caer.
Perdón, lo siento, lo se:
Otra vez,
Venme a salvar.
No toques el mundo.
Déjalo como está,
Y duerme.
Cuando te levantes
nada será igual,
y puede
que nadie te recuerde
que quieras hablar
y hables.
El mundo será diferente,
y tu viejo mensaje
se pierde.
Descansa pero no duermas.
No des la espalda
a tu mundo.
Si no cuando vuelvas
nada será igual,
y no tendrás rumbo.
Amanece, o anochece:
es cuestión de luz…
Si no hay nada que hacer,
ni deshacer.
No hay descanso si no se merece.
Da igual yo que tú.
Da igual ser o parecer,
que perecer.
Tu mente te engaña,
se resiste a ver,
tu cuerpo no habla,
y deja de ser.
Levanta y grita.
Si quieres puedes.
Revienta la puerta,
que te posee.
Sal y clama al cielo
¡Aquí soy!
Vuelvo a quedarme
Y vengo hoy.