Vertical de Lalama. La máquina del tiempo.

Por Louzan
Como ya indique ayer miércoles un selecto grupo de personajes nos reunimos para degustar, bajo la batuta de David Bustos de Dominio do Bibei, una cata vertical del tinto principal, en mi opinión, de los elaborados por esta bodega de la Ribeira Sacra.
Se trataba de un recorrido, no se si muy ortodoxo pero si enormemente interesante, por la elaboración, variedades y resultados de uno de los primeros tintos con crianza en serio de los elaborados en Galicia. Después vinieron otros, no se si mejores o peores, pero estos fueron de los primeros.

Abrimos pues las hostilidades con Lalama de 2002. De este coupage de Mencia 50%, Garnacha 40% y otras variedades para el resto se elaboraron 912 botellas. 16 meses en barrica francesa y otros 20 en botella antes de su salida al mercado. Se presento espectacular, pleno, con la proporción adecuada de tostados y frescura y con una, aún, sorprendente acidez. Solo 11 grados y medio. Vino extraordinariamente vivo para su edad y para las cosas que se suelen decir de las variedades gallegas cuando se envejecen. Mito numero uno muerto y enterrado (de nuevo)
El Lalama de 2003, es sin duda el "rarito" de la familia. Viñas viejas de, atención, Mouratón y Garnacha a partes iguales. Una variedad la Mouratón, practicamente desaparecida que ayudo a elaborar este único Lalama sin Mencia en su composición. Vino raramente fino y azucarado (característica de la Mouratón ese exceso de dulzor en boca). La acidez, para sus seis años en botella, sigue presente pero mucho mas caída que en el caso de su hermano mayor. Vino raro con ganas, que despertó sensaciones de todo tipo, no todas buenas. A mi me pareció curioso e interesante., desde la perspectiva de jugueton sin pretensiones. Se hicieron 1200 botellas y tenía 12.2º.

Sigamos con uno de los mas aplaudidos. Lalama de 2004 es tres cuartas partes Mencía y resto Garnacha tintorera. Se presento de color mucho mas intenso, espeso, con nariz clásica a la variedad, mas frutal y mas floral con torrefactos y fruta roja, acidez supercontrolada y complejo. Probablemente sea el que en mejor estado se encuentra de todos los probados. Mas color, mas estructura, mas viveza y mas nervio. Mejor, ni mas ni menos. 12.4º y desaparecido ya de todas partes sus 3300 botellas. Recomendación al margen; beberlo este año puede ser espectacular... el año próximo, un enigma.
Lalama de 2005, el vigente en el mercado, ha sido motivo de otras catas en diversos foros como, la mas reciente, en el blog de Sibaritastur, ademas de aqui mismo no hace demasiado tiempo, así que no incidiré demasiado en el. Mencia, Brancellao, Garnacha y otra. 9200 botellas, 12.6º y después de bebido el 2004 no tan "en forma" como me ha parecido otras veces. Cosas del directo, supongo.

De aquí saltamos sin red al futuro, abriendo el Lalama de 2006. Mencia, mas algo de Garnacha, Brancellao y Mouratón, este ultimo en proporción mínima (2%). La producción es aquí manifiestamente mayor, pero aun supone un lejano 10% de lo que la finca y las plantas cultivadas en ella podría llegar a producir en un futuro. Vino estructurado, licoroso apenas, que no saldrá al mercado hasta el 1 de Diciembre próximo pero que presenta una interesante acidez marca de la casa y se muestra goloso e intenso en boca. Otro de los mas valorados por la concurrencia. Sus 13.1º grados empiezan a hacerlo "peligros", por su facilidad de paso.
Para terminar un infanticidio en toda regla. Lalama de 2007. Ni siquiera aún "vestido" este "casi" monovarietal de Mencía, con un 6% de Garnacha y un 3% de Mouratón asoma casi imperceptible en nariz, algo de caramelo y ciertamente vacío, inerte aún, a la espera de poder ofrecerse resultón y pleno. Hacer un juicio mas allá del especulativo sobre las buenas bases en las que esta asentado sería directamente hacer ciencia-ficción. No pinta mal y solo tiene 11.9º de alcohol.
Un recorrido por la principal ocupación de esta bodega y por la peculiar y apasionada forma de concebir el vino del equipo que lo elabora, con Javier Dominguez a la cabeza, en un paseo singular que me deja claras varias cosas. Que se puede hacer buen vino, que tener capacidad económica para hacerlo no implica hacerlo mal sino se quiere. Que los tintos en Galicia envejecen igual o mejor que en otras partes de España y del mundo. Y que una reunión de personas con ganas de saber y de compartir es tan buen barómetro como la guía que se quiera.
Quiero agradecer a Fran de "O Fragón" el habernos tratado tan bien en su casa, a David por sus extensas e interesantes explicaciones ( y por el vino claro) y a los presentes el haber acudido y ser tan agradables, espontáneos y curiosos como siempre. Un placer que repetiremos en cuanto podamos. Seguro.