Cuando abres por primera vez los ojos, te das cuenta que sin quererlo te han invitado a un viaje del que no estás muy seguro si deseas seguir o no, porque en ocasiones las vistas son las mas maravillosas y el camino es totalmente llano, andas sin cansarte, respiras plenamente y te encuentras lleno de vitalidad. Pero en otras ocasiones el suelo por el que vas caminando es árido, duro, lleno de piedras, baches, continuas cuestas que te hacen perder el aliento, consiguen que tus piernas pierdan fuerzas y la actitud positiva desaparezca dando paso a la amargura, la tristeza e incluso a veces dolor. Sin embargo a pesar de todo lo negativo, hay una parte en ti mismo que te anima a seguir hasta que encuentres la meta de este viaje.
Es cierto que es bueno viajar solo, te ayuda a conocerte mas a ti mismo y a otras culturas, abres la mente ante varias posibilidades, cambias de opinión ante hechos que antes lo considerabas malos o dañinos… Pero hay veces que aparece en un momento una persona que te ayuda a llevar el equipaje, te hace mas a meno los momentos de silencio, consigue que te rías aunque no tengas ganas y bailes cuando menos lo esperes. Es entonces cuando te das cuenta que tal vez esa persona, solamente ella, podrá ser el compañero de este extraño viaje para toda la vida.
Este mes se casa una persona especial para mí, una de esas mujeres que es totalmente dulzura en todos los sentidos aunque si tiene que sacar las garras, no dudará en hacerlo o si debe mostrar su enfado en determinadas ocasiones, también. Cuando la conocí nunca pensé que se quedaría acompañándome durante años, mas bien yo pensaba en meses, pero 10 años después sigue ahí para mí y yo para ella. Y como le encanta viajar en todos los sentidos, decidí hacerle uno de esos diplomas especiales que suelo hacer.
Ahora solo me queda decir: “feliz y buen viaje para los novios”. Si tu también quieres tener tu propio diploma personalizado, puedes ver mas información AQUÍ.
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