Para llegar a Cesenatico, teníamos por delante un viaje de dos horas en tren desde Bolonia. En España, es obligatorio que nuestra mascota se quede dentro del trsportin durante todo el trayecto, al igual que ocurre en el avión; pero sorprendentemente, ¡en Italia no es así! Kiba pudo ir a su aire dentro del tren.
En Cesenatico, a Kiba le esperaba una sorpresa en nuestro alojamiento. ¡Todo un detalle por parte de Cesenatico Bella Vita!
Desde el primer momento se sintió como en casa.
Al igual que pasaba en el tren, cuando montamos en taxi no nos pusieron ningún problema, ni tuve que preguntar antes si tenía que llevar a Kiba en el trasportin. En Cesenatico está muy extendida la cultura perruna, y pudimos comprobar que la mayoría de la gente tiene mascota.
El domingo se levantó un día de sol espectacular y teníamos la excursión en un barco de madera tradicional que solo sacan a navegar una vez al año. Yo estaba expectante porque para Kiba era la primera vez que montaba en barco, y además le da miedo el agua.
Para mi sorpresa, ¡estaba encantado! Tenía tanta curiosidad que no paraba de asomarse a mirar el agua y el movimiento que había en tierra.
Viajar con perro a Cesenatico ha sido una delicia, y si tenéis mascota, os recomiendo que visitéis este pequeño pueblo de la costa adriática con su compañía.