Viajar con un bebé

Por Clara Ingeniera @mamaingeniera

Tal y como dejé caer por las RRSS, este pasado fin de semana cogimos el coche para viajar, desde Barcelona, hasta Valencia, mi tierra natal. Aún tenía familia que no conocía a Bichito, por no hablar de mis amigas, que estaban deseando achucharlo.

Pero no imaginé lo duro que sería, y no hablo del trayecto en sí.

La primera de las dudas surgió cuando, a pesar de saber que en un grupo 0, como máximo, el bebé puede ir 2 horas, qué era lo que debía hacer realmente.

En el único viaje que habíamos hecho anteriormente, la distancia era de unas dos horas y cuarto, en las cuales Bichito fue durmiendo y no despertó hasta que el coche no paró. De puerta a puerta, vamos.

Y conociendo a Bichito y sus costumbres para dormir, finalmente decidimos que si no despertaba, no pararíamos. Porque no solo venía Bichito conmigo en el asiento trasero. La primogénita también nos acompañó, haciendo un poco más difícil la gestión del espacio y del tiempo.

Tanto el viaje de ida, como el de vuelta, fueron genial. Bichito durmió 3 pedazo horas, despertándose cuando faltaban unos 30km para llegar. A base de vídeos de Youtube y juguetitos varios, conseguimos llegar. Es decir, su límite son 300km.

Ya en Valencia empezó el caos.

Para empezar, comida con la familia de mi madre. Achuchones y gritos varios hacia Bichito por parte de unas 6 personas. Aunque tenemos una cuna de viaje, a Bichito era ponerlo ahí y despertar en llanto. La solución: porteo.

Comí mi paella con Bichito en el fular, y así conseguimos que durmiese un ratito.

Empezaron los quejidos y lloriqueos varios por su parte, con carita de no aguantarse a sí mismo. Ahí empecé a compadecerme de él.

Un par de horas después, fuimos a casa de una de mis amigas. Otra vez al coche por otros 30km. Allí, éramos unas 12 personas y 4 niños. Una vez más, me puse a Bichito en el fular con tal de que durmiese un poco. Lo logré, sí, pero no debió ser muy reparador.

Unas dos horas después (visita fugaz donde las haya), tuve que pasar por casa de mis abuelos paternos para recoger a la primogénita, pues hacían de canguros para que no se pelease con los perros de mi madre. Los flashes de la cámara de mi abuelo destaparon un llanto de Bichito hasta ahora desconocido por mí. Me sentí fatal por darle tanto trajín al peque y rechazamos la invitación a cenar. Nos volvíamos a casa a intentar descansar.

Otros 30 km en coche y directos a la cama. La noche por suerte fue como todas.

El domingo amanecimos con un Bichito feliz y sonriente. Con calma nos preparamos para volver a casa de mis abuelos. Sí, otra vez coche.

Llegamos allí sobre las 12, y enseguida empezó a llegar familia. Bichito despierto pasando de brazo en brazo, mucho ruido y gritos varios. No tardó en llegar el llanto de nuevo, y aunque me iba a una habitación en silencio para darle el pecho e intentar calmarlo, el sueño que se echó en el fular mientras yo comía, tampoco debió ser reparador.

Tenía los ojitos rojos, estaba muy quejicoso. Y yo sentía que probablemente nos estuviésemos agobiando mutuamente. Yo por ver que él no estaba cómodo y él por verme a mí preocupada.

A las 16h decidí que ya había suficiente, y aunque estaba siendo otra visita fugaz y ni mi padre ni mis abuelos habían podido disfrutar de él, la prioridad la tenía yo muy clara, y así se lo hice saber. “Nos vamos porque el peque está que no se aguanta ni él y tiene que descansar”.

Volvimos a coger el coche de nuevo y ya en casa de mi madre, Bichito se pudo echar una de sus super siestas encima de papi.

Nos fuimos a dormir pronto, y a la mañana siguiente, ya lunes, volvimos a coger el coche en cuanto Bichito nos dio el OK para volver a Barcelona.

Si tuviese que volver atrás, creo que no hubiese hecho un viaje tan relámpago. Dos noches y tanta gente es demasiado para un bebé tan pequeño, de hecho, hasta ayer por la tarde seguía notando que estaba trastornado. No durmió apenas en todo el día y ese llanto que descubrí en Valencia, ha vuelto a florecer varias veces.

Y vosotros, ¿qué opináis de viajar con un bebé tan pequeño? ¿Lo habéis hecho? ¿Durante cuánto tiempo? ¡Contadme vuestras experiencias!