Aquí, l
as avenidas (o carreras) y las calles en su mayoría solo están denominadas por números. Aunque existen algunas excepciones como la avenida Jiménez en las que se encuentra una estatua de Ricardo Palma y, a unos cinco cuadras, una de las mejores librerías de la ciudad: Lerner.Y es en la siguiente calle, la calle 16, donde la oferta es aún mayor, no solo hay galerías, sino que la parte de la calle que es un pasaje peatonal está repleta de librerías pequeñas y de ambulantes que venden desde ejemplares usados y piratas hasta películas y discos.
Pero la tienda más alucinante es sin duda Merlín, una auténtica casa tomada de libros, es increíble, me voló el cerebro creo que ni en Buenos Aires o México DF hay algo así (o al menos no lo visité), probablemente la única librería de viejo donde uno se puede perder entre sus innumerables pasadizos, cuartos, habitaciones y escaleras, donde los libros están en los estantes, en vitrinas, en las gradas y hasta en pequeñas torrecitas en el suelo. A pesar de ello, los múltiples carteles, flechas y señalizaciones no solo guían perfectamente sino que te dan una idea de que prácticamente ninguna rama de del arte y el conocimiento humano está ausente en ese monumento a la bibliomanía. Toda una urbanización de libros.
Después de todo esto ¿A alguien le queda la duda de que Bogotá es una justa capital mundial del libro? A mi no.Más fotos: