Llegué a Milán luego de una escala y 16 horas de vuelo. El 8 de setiembre de 1811, Stendhal relataba así su arribo a esa ciudad en sus Diarios: "Mi corazón desborda. Ayer y hoy he experimentado sentimientos deliciosos. Estoy a punto de llorar". Él había estado antes allí un tiempo que - en Recuerdos de egotismo- calificó como el mejor momento de su vida. Yo quizás no estaba tan emocionado, por el cansancio y porque llegué de noche solo y no sé hablar italiano. O tal vez solo fueran los nervios.
Temprano, me dirijo a la estación del metro que, curiosamente, se llama Lima. En mi mente, estaba la imagen de que Italia es calurosa, hasta que recordé el episodio de las huellas en la nieve de El nombre de la rosa y dejé de ser el ingenuo Adso de Melk para acercarme más a Guillermo de Baskerville. Felizmente se me ocurrió esto antes de hacer las maletas. Hace bastante frío. Al salir nuevamente hacia la superficie, veo que una parte de la calle está cubierta de blanco, un granizo escaso y algo resbaloso, como si hubieran vaciado sacos de sal en el suelo. Dejan marcas mis pisadas, pero supongo que ningún monje estará tras ellas.La ceremonia tras su fallecimiento fue laica, como Eco, lo pidió, en el Cortile della Rocchetta, un patio empedrado al interior de este castillo del siglo XV que el escritor amaba. La despedida congregó a cientos de personas.
Luego de visitar el castillo, es relajante un paseo por el Parque Semprione que se encuentra al frente. Originalmente, pensé quedarme solo un día en la capital lombarda, pero al final fueron tres. En esta urbe vivió y murió Dino Buzzati y, así como le dí otra oportunidad a la ciudad, tal vez deba hacer lo mismo con este autor, admirado por Borges y Ribeyro, del que solo leí El desierto de los tártaros, que no me gustó mucho y me faltan sus cuentos, varios de ellos ubicados aquí.
En la noche, voy a la Iglesia de Santa María delle Grazie, en la que se encuentra la pintura mural original de La última cena, ese cuadro que es casi protagonista del popular best seller El código Da Vinci. He leído casi todo lo escrito por Dan Brown (sin comprar nada, no me da para tanto) y noto que mi recorrido seguirá el de varios de sus libros ¿Les parece demasiado comercial? ¿No muy "artístico"? Pensaba lo mismo de Milán y estaba equivocado.
Próximo destino: Génova.