Revista Humor

Viaje a Córdoba: leyendas y misterios, Museo Arqueológico

Por Déborah F. Muñoz @DeborahFMu

Como ya comenté, decidí marcharme antes del tour de Leyendas de la judería para no perderme este tour y no me decepcionó. Me gustó mucho porque nos explicaron cosas fuera de lo convencional y fuera de la ruta monumental del casco histórico clásica. Vamos, que aquí sí que nos contaron leyendas y misterios, curiosidades que siempre me encanta saber.
Nos llevaron en primer lugar a la Plaza de Las Tendillas, donde nos hablaron de leyendas urbanas asociadas de la misma, como la de la estatua del Gran Capitán, que tiene dos materiales distintos, aunque se concibió así desde el principio y no es la cabeza de Lagartijo, como dicen muchos. También nos llevaron, entre otros lugares, a la Iglesia de San Pablo, una de las iglesias Fernandinas que se construyeron sobre una mezquita y todavía conservan restos, a un palacete que tiene una leyenda sobre un padre avaro, una joven muy buena y un siervo del diablo... También nos llevaron a ver al Cristo de los Faroles, que tiene una leyenda muy interesante a su alrededor y es muy resultón por las noches. Allí es donde acabamos el tour y, como está al lado de mi hotel, di por finalizada la jornada.

El último día, mi tren salía a media mañana, pero aun así me dio tiempo a pasarme por el Museo Arqueológico y Etnológico, ubicado en un palacio renacentista. Es bastante pequeño y lo vi en seguida, pero me gustó porque tiene muchas piezas de la antigua Roma (incluso un recinto arqueológico con las gradas del teatro romano en el sótano) y se detiene en la Edad Media. Vamos, que abarca los periodos históricos que más me llaman la atención.
El museo presenta la historia de la ciudad y la provincia de forma cronológica (en la primera planta) y temáticas de la vida cotidiana a lo largo de las distintas etapas (en la planta baja), más los restos arqueológicos del teatro romano, que están en el sótano. También tiene carteles y pantallas con vídeos explicativos de interés, así que recomiendo mucho la visita.

El último paseo por Córdoba

Lo bueno de pegarse un madrugón para ver un museo pensando que vas a estar más tiempo y acabar en una hora es que puedes darte un último paseo por la ciudad. Así que aproveché para visitar la Calleja de las Flores (¡sin gente!), vagabundear por la judería y visitar los sitios que más me habían gustado con tranquilidad antes de hacer el check-out, coger la impedimenta e irme andando, tranquilamente, a coger el ave de vuelta a casa.

Finalizo la crónica del viaje, como siempre, hablando del alojamiento. El espacio era cuco y estaba bien ubicado, pero tenía sus inconvenientes. No sé qué idea tenéis vosotros de "desayuno casero", que es lo que prometía el hotel, pero desde luego la mía no es un vaso de leche o café con un par de magdalenas embolsadas... Pero en fin. Llevé mucho peor el hecho de que, por las noches, cuando los huéspedes armaban gresca, ni se les detenía ni se hacían caso a las llamadas a recepción. Un grupo de franceses se pasó mi última noche gritando, riendo y dando portazos y no conseguí ni que el de recepción me cogiera el teléfono. Así que fatal.


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