Viaje a la Galicia Interior: La Mariña Lucense

Por Jmbigas @jmbigas

El domingo 19 de Agosto llegué por la tarde a Viveiro, en la costa cantábrica de la provincia de Lugo. Había salido por la mañana de Orense y, tras una parada para navegar por el Cañón del Sil desde el embarcadero de Santo Estevo, hice una visita al centro histórico de la ciudad de Lugo, y luego seguí camino hacia la costa, visitando el Faro de Estaca de Bares, antes de llegar finalmente a Viveiro.

Atardecer en la ría de Viveiro, desde el balconcito de la
habitación del Hotel Orfeo.
(JMBigas, Agosto 2012)


Como este capítulo está dedicado a la costa cantábrica de la provincia de Lugo (la que se conoce como Mariña Lucense), convendrá que dé alguna explicación adicional por mi empeño en hablar de la Galicia Interior. Galicia es una tierra celta y, como tal, llena de misterios. Hay zonas de Galicia que son bien conocidas por los visitantes tanto nacionales como extranjeros. Por supuesto, Santiago de Compostela está a la cabeza (en la vertiente atlántica, pero no al lado del mar). Santiago es el destino y punto final de los muchos Caminos de Santiago por el que los peregrinos pueden cruzar media Europa hasta llegar a este lugar sagrado. La Costa Atlántica en general, desde La Coruña y Ferrol al norte hasta Vigo y la frontera portuguesa al sur, es zona frecuentada por los visitantes. Las llamadas Rías Bajas, al sur de la costa, tienen lugares de playa muy turísticos, como Sanxenxo y sus alrededores. Allí tanto los propios gallegos como muchos visitantes de otras partes de España o del extranjero, acuden, especialmente en verano, buscando el mar, la playa y unas temperaturas que suelen ser más benignas que en la costa mediterránea en general. Pero fuera de esa franja costera atlántica, Galicia es (casi) solamente una tierra de paso, con una densidad mucho más baja de visitantes y, por lo tanto, de infraestructuras turísticas masivas. La Carretera Nacional Madrid-La Coruña pasa por Lugo (pero lo deja atrás), mientras que la Madrid-Vigo pasa por Ourense, pero también de largo. Las provincias de Orense (puramente de interior) y Lugo (con su costa cantábrica) son tierras mucho más desconocidas, incluso por los propios españoles. Es por ello que utilizo genéricamente la acepción de Galicia Interior para referirme a ellas.

Playa de Esteiro, concello de Xove.
(JMBigas, Agosto 2012)

En Viveiro había reservado una habitación en el Hotel Orfeo. Se trata de un hotelito de tres estrellas algo vetusto y ciertamente obsoleto en algunas cosas, pero que está fantásticamente situado, frente a la ría de Viveiro, y a poco más de cien metros de distancia del casco viejo del pueblo, donde abundan comercios, bares y excelentes restaurantes. La mayoría de sus habitaciones (como la que me dieron, por ejemplo) tienen balconcitos desde los que se domina la ría, con sus conocidos efectos de mareas altas y baja, que para alguien mediterráneo como yo, siempre tienen un atractivo especial. Mi habitación era enorme, y tenía un balcón estrecho con vistas maravillosas. El baño resultó bastante añejo, pero cumplió suficientemente con su objetivo. Para los que viajan en coche, el hotel dispone de unas cuantas plazas frente al mismo, digamos que marcadas sobre la propia acera, que resultan bastante convenientes. Claro que, a ciertas horas, cualquiera puede aparcar ahí, y es frecuente que resulte imposible sacar el coche, por atasco monumental de otros vehículos aparcados o simplemente parados ahí. La gran ventaja es que a cincuenta metros hay un aparcamiento público subterráneo, que puede actuar de recurso si las plazas de la acera están complicadas.
Pregunté al chico de la recepción del hotel, que resultó ser vecino de Foz, de la que luego hablaré, por un restaurante recomendable para cenar buenos pescados de la zona. Sin dudarlo, su opción fue O'Asador, en una de las calles del próximo casco viejo.
Tras dar un paseo por las (animadísimas) cuatro calles que constituyen el centro neurálgico de Viveiro, me dirigí al restaurante. Hay que subir a un primer piso, pero el restaurante está decorado de forma muy agradable, y es frecuente que te reciba el propio dueño. Lo cierto es que ese domingo por la noche no había mucha parroquia, y me dieron inmediatamente una mesa excelente. El restaurante no es barato, pero su relación entre lo que te dan y lo que te cuesta es muy buena. Si uno puede permitirse una buena cena, sentado en un comedor agradable, sin duda O'Asador es una elección acertada. Tomé algunas de sus especialidades en pescado (incluso alguna cosa de cocina creativa) y, junto a algunos aperitivos servidos de oficio y un correcto vino blanco gallego, conformaron una cena de lo más agradable. Dicho sea de paso, en la calle lloviznaba un poco, por lo que el comedor en el primer piso resultó un refugio muy confortable.

Faro de Punta Atalaia (San Cibrao).
(JMBigas, Agosto 2012)

La carta de vinos me reservaba una sorpresa (que ya he comentado), pues el excelente tinto Cepas Viejas (uva Mencía) de la bodega Dominio de Tares del Bierzo (técnicamente provincia de León, comunidad autónoma de Castilla y León; por lo tanto, procedente de fuera de Galicia) estaba incluido, con algunos otros, en la categoría de vinos tintos gallegos. Una pareja sentada en la mesa al lado de la mía se interesó por ese vino (excelente se mire como se mire) y eso dio ocasión al dueño para comentar que para él, que no es especialmente nacionalista, según expresó, el Bierzo es casi como una quinta provincia gallega. Después de haber pasado un calor abrasador en Lugo al mediodía, la noche en Viveiro estaba fresquita (algo por debajo de los veinte grados, con un leve orvallo - esa lluvia ligera que casi parece una niebla meona -). A la mañana siguiente desayuné en la cafetería del hotel. Quería dedicar el día (antes de volver hacia la meseta y, finalmente, a Madrid) a recorrer la zona de la llamada Mariña Lucense, la franja costera cantábrica de la provincia de Lugo, que se extiende desde un poquito más al oeste de Viveiro, donde empieza la provincia de La Coruña (la Estaca de Bares, muy próxima a Viveiro, ya pertenece administrativamente a La Coruña) hasta Ribadeo al este, en el límite con el Principado de Asturias.
Le pregunté de nuevo al chico de la recepción por una recomendación para comer al mediodía en algún lugar aconsejable para los pescados frescos del Cantábrico. Tras alguna duda me indicó como mejor opción Foz, una población hacia el este de la franja, relativamente próxima ya a Ribadeo. A mitad de camino está Burela, una población más grande, que es realmente el gran puerto pesquero de la zona. Tuve ocasión de ver durante el día las importantes instalaciones de que dispone la industria pesquera en el puerto de Burela. Pero Burela está relativamente poco desarrollada para el turismo, y la recomendación que recibí (que resultó acertada) fue escoger alguno de la media docena de restaurantes en la zona del paseo marítimo de Foz (que, técnicamente, se llama Paseo Colón).

Fábrica de cerámica Sargadelos.
(JMBigas, Agosto 2012)


La mañana amaneció fresquita y, a primera hora, con niebla pegada a la ría y a las colinas que la rodean. Me recordó a Castroforte del Baralla, un pueblo inventado por el gran escritor gallego Gonzalo Torrente Ballester, al que cubría la niebla todas las noches, y todos creían que el pueblo entero levitaba del paisaje circundante.
Yo estaba encantado con la temperatura (por debajo de los veinte grados, muy adecuada para el plan que tenía para ese día). Sin embargo, me llevé la sorpresa de escuchar a una de las chicas de la gasolinera donde paré a repostar, a las afueras de Viveiro, que comentaba con alguien que había oído que se levantaría el Sol y que acabaría haciendo un calor de esos que ella odiaba. Afortunadamente se equivocó, y todo el día se mantuvo agradable, con algún ratito de orvallo, pero también con momentos soleados, que nunca llevaron la temperatura mucho más arriba de los veinte grados.
Ya en el coche, fui siguiendo más o menos la costa hacia el este. Paré un momento en la (desierta) Playa de Esteiro (en el concello de Xove), a donde llegó un colegio de niños de 4-5 años, con la idea de dedicar el día allí a actividades playeras diversas, bajo el estricto control de sus profesoras.
En San Cibrao (San Ciprián), concello de Cervo, paré en el Faro de Punta Atalaia, uno de los nueve faros significativos de la costa cantábrica de Galicia (provincias de La Coruña y Lugo), que dependen administrativamente del Puerto de Ferrol.

Los dos pequeños objetos que compré en Sargadelos.
(JMBigas, Febrero 2013)


En el mismo concello de Cervo, hacia el interior, está la pequeña parroquia de Sargadelos, cuyo principal atractivo es la fábrica de cerámica del mismo nombre. Tras algunas fusiones y absorciones en las últimas décadas, desarrollan varios estilos decorativos, siendo el más conocido (y reconocido)  el que juega con los blancos y azules como colores base. La fábrica está muy preparada para las visitas, pues dispone de un amplio aparcamiento para los coches, y una extensa sala de exposición y venta. Allí es posible comprar vajillas completas, utensilios para la cocina y el hogar y también objetos de decoración en cerámica. No pude resistir la tentación y compré un par de objetos característicos: una pequeña Torre de Hércules (monumento muy conocido de la ciudad de La Coruña) pero desestructurada, y un cenicero redondo, ambos en los característicos tonos blanco y azul.
Desde allí seguí camino hacia el concello de Burela. Hice una breve parada en la Playa de Ril (también desierta) y recorrí, casi sin bajar del coche, la población y el puerto de Burela, donde confirmé el comentario del chico de la recepción del hotel de Viveiro. El puerto pesquero está muy preparado para barcos grandes, con instalaciones frigoríficas y toda clase de servicios para ese sector.
Ya pasado el mediodía, llegué a Foz, donde tenía previsto dedicar un tiempo a comer alguno de los buenos productos del mar. La ría de Foz, considerada como la más pequeña de las 17 rías gallegas, es la segunda más oriental. Unos kilómetros al este está la ría de Ribadeo, que marca ya el límite con Asturias. La desembocadura de la ría de Foz forma un importante estuario, que genera algunas interesantes playas urbanas, como la de A Rapadoira. Al oeste de la ría está la población de Foz, mientras que al este está la de Barreiros. La zona, por su especial configuración y amplios arenales en marea baja, es una zona de especial protección para las aves acuáticas. Hace algunos siglos, Foz fue un importante puerto ballenero.

Instalaciones del puerto pesquero de Burela.
(JMBigas, Agosto 2012)


Sobre el paseo marítimo de Foz hay bastantes edificaciones de pisos y apartamentos, algunas de ellas muy recientes, que constituyen una infraestructura turística de cierto calado. Una plaza frente al mar (formada por el Paseo Colón, la calle Rego de Foz y alguna otra) es el centro de ocio y restauración de la población, tal y como me habían indicado por la mañana en Viveiro. Alrededor de la plaza hay cuatro o cinco restaurantes que, según parece, son todos bastante recomendables. Yo acabé escogiendo el San Martiño, en una de las esquinas interiores, y resultó una elección acertada. Tanto para un almuerzo sentado en mesa, como hice yo, como para una comida más informal a base de raciones o tapas y copitas de vino blanco. Tomé alguna de sus especialidades de pescado y marisco (gambas a la plancha, rape,...), regadas con un vino blanco de Ribeiro. La anécdota con el vino fue que se me ocurrió pedir un vino blanco elaborado con uva Treixadura, una de las más propias de Galicia, junto con la Albariño. Vi moverse varios camareros, incluso hacia los otros restaurantes, alguno con botellas de vino en la mano, escrutando las etiquetas, hasta que finalmente me trajeron una a la mesa, forzándome a leer en la etiqueta que el vino, efectivamente, estaba elaborado a partir de ese tipo de uva.

Paseo Marítimo de Foz (Lugo)
(JMBigas, Agosto 2012)

La comida resultó muy agradable. De nuevo nada barata (unos 50€, pero incluyó una cervecita de aperitivo, postre, café y un chupito de aguardiente de hierbas)  pero con una muy correcta relación calidad-precio. Tras un paseo por la playa de Foz, para disipar los vapores de la Treixadura, me dirigí a la que estimaba sería mi última etapa del día, antes de volver a Viveiro: la Playa de las Catedrales en el concello de Ribadeo. En esa zona de costa escarpada y rocosa, la erosión de muchos siglos ha dado origen a las llamadas Catedrales (Catredais en gallego), que son peñascos aislados, separados de tierra firme por pequeños estrechos de unos pocos metros de anchura, donde ruge el agua y salta la espuma. Esta Playa fue declarada Monumento Natural en 2005, y tiene bastantes instalaciones para acoger a numerosos visitantes (un amplio aparcamiento, bar y restaurante, servicios públicos, etc. etc.). Durante mi visita, lo cierto es que había bastante gente paseando por el camino alto que va bordeando la línea de la costa. Una visita imprescindible en esa zona de la costa.

Playa de las Catedrales (Ribadeo, Lugo).
(JMBigas, Agosto 2012)


Desde allí tomé ya la carretera Nacional, más rápida que las rutitas costeras que había utilizado ese día hasta entonces y volví hacia Viveiro, a unos 60 kilómetros de distancia.
Tras la comida pantagruélica en Foz, no tenía hambre para cenar, con lo que me acosté prontito y el martes, de buena mañana, desayuné más fuerte en la cafetería del hotel y emprendí el camino de vuelta hacia Madrid. Recorrí la cornisa cantábrica hasta Oviedo (donde hice una breve parada para comer al mediodía), y luego bajé hacia la meseta, cruzando el Puerto de Pajares que, en verano, es una experiencia estimulante, aparte de evitarse la autopista de peaje. Hice noche en León, donde compartí una sesión de raciones y tapas por el Barrio Húmedo con un buen amigo de allí, y el miércoles, tras comer en el pueblo de su mujer, cerquita de Boñar, emprendí el camino de regreso hacia Madrid.
Fin del viaje.
Aparte de las fotografías que he escogido para ilustrar este capítulo, podéis acceder a una colección más completa de hasta 46 tomas de toda la ruta, pinchando en la imagen de la ría de Viveiro.

Mariña Lucense


JMBA