El mundo del cómic es inmenso, un universo que puede convertirse en un infierno si pretendes abarcarlo de un golpe. El disfrute es a sorbitos y cada vez me gusta más descubrir autores y obras que no sabía que existían. Es el caso de Pep Brocal y su Inframundo, un viaje de la hija de una portera de las de antes, a través de un peculiar ascensor, al rescate de su gato, que la llevará a sufrir los anillos del infierno de La Divina Comedia de Dante, con los comodines del público de un tal Bruce Lee. Con un dibujo sencillo y eficaz, Brocal muestra a una mujer anclada en un pasado amoroso poco propicio, que la ha convertido en una persona apática. Y hasta ahí puedo leer. No sé si en algún momento lo pretendió Pep Brocal, uno de esos ilustradores de la enorme hornada de creadores forjados en la Barcelona de la década de los ochenta y noventa del siglo pasado, pero para mí este Inframundo es un viaje por la depresión, ese infierno al que se llega cuando no hemos conseguido levar el ancla del pasado. Yo les recomiendo que disfruten de este camino de destrucción, muerte y resurrección de la protagonista, una Amalia que podría parecer un personaje de otros tiempos, pero que está más cerca de nosotros de lo que creemos, y que se sumerge en un surrealista infierno propio, a caballo entre la mitologías occidental y oriental.