- Visita de Río de Janeiro. Qué ver en Río. Cómo ir al Pan de Azúcar. Favela Catalago Pavao. Feira Hoppie de Ipanema. Piedra del Arpoador. Comer barato en Río.
Río de Janeiro, la Ciudad Maravillosa (Cidade Maravilhosa)
Río enamora y apasiona, no solo por la belleza de este escenario privilegiado, la quinta ciudad con los paisajes mas bellos del mundo, sino también por la calidez, hospitalidad, simpatía y alegría de sus gentes. Río es un cóctel, una mezcla de edificios y selva exuberante, playas y montañas, rascacielos y favelas, lujo y pobreza, cristianismo y candomblé, samba y pop, blancos y gentes de color... unos contrastes que solo la magia del carnaval sabe unificar y hacer a todos iguales por unos días.
Río ciudad de contrastes, modernos edificios y favelasHoy Río con 6 millones y medio de habitantes, es el principal centro financiero, cultural y turístico del país, escenario de eventos internacionales como la Jornada Mundial de la Juventud, la Copa Mundial de Fútbol y los próximos Juegos Olímpicos. La Secretaría de Turismo y Riotur, con gerentes como Márcia Paula Migliacci, en una labor encomiable, se esfuerzan en promocionar su turismo e invertir constantemente en mejoras y seguridad que atraigan el turismo internacional. En la pasada edición de FITUR tuvimos la suerte de conocer a Márciá Paula, sus explicaciones, amabilidad y cercanía, disipó todos los recelos de mi esposa para viajar y conocer este paraíso.
Río de Janeiro no te deja indiferente, impresiona que haya sabido asentarse en un lugar tan abrupto, regateando entre los cerros y valles. Los pudientes se han quedado con la playas, zonas llanas y valles, mientras que la clase mas pobre se ha contentado con construirse chabolas apiñadas que crecen desorganizadas ladera arriba. Este caos, poco a poco se ha ido organizando, grandes túneles cruzan ahora esos cerros, a las favelas se les esta instalando modernos ascensores, comienzan ha crearse centros culturales que alejan la miseria, ignorancia y a traficantes, la nueva policía esta trayendo la seguridad que busca el viajero... el futuro de Río es prometedor.
Qué ver en Río de Janeiro
Nos levantamos, desayunamos en el completo buffet del hotel y marchamos para cambiar dinero en los cajeros automáticos que tiene el Banco do Brasil en la Av. Nossa Sra. de Copacabana, 594. Es un lugar seguro, llenos de turistas que ocupan las 20 puestos que hay disponibles.
Como medida de seguridad volvimos al hotel para dejar parte del dinero y nos dirigimos para tomar el autobús que nos llevase hasta la base del funicular del Pan de Azúcar.
Pan de Azúcar (Pão do Açúcar)
En la parada de N. Sra. de Copacaban,369 se toma el bus (ônibus) 511, cuesta 3 reales y después de media hora te deja en Av. Pasteur, 520, es el final, de todas formas si se lo dices al cobrador donde te bajas él te avisará gustosamente, los brasileños son muy amables y si hablas despacio el español, te entenderán perfectamente, la comprensión es recíproca, aunque en Salvador hablan con otro acento y a nosotros nos costaba entenderlos algo mas que en Portugal.
El autobús te deja, a pie del funicular (bondinho) se lee “bondiño” ya que en portugues “nh” se lee “ñ”.
Subiendo al funicular y llegando al Morro da Urca
Desde aquí nos dirigimos a sacar la entrada. El precio del teleférico es de 62 reales los adultos (de 6 a 21 años) mientras que los estudiantes, mayores de 60 años y discapacitados pagan 31 R$. El horario de funcionamiento es de las 8 a 21 h., sale cada cada 20 minutos o cuando se llene (65 personas). Es recomendable realizar la visita por la mañana para ver la ciudad sin que te moleste el sol de cara.
En la primera etapa de la subida llega hasta el Morro da Urca (227 m.) para ver panorámicas de la ciudad, ensenada de Botafogo y visitar el Cocurutu, un museo creado en el 2010, donde se cuenta la historia del teleférico. Aquí, a través de proyecciones, objetos y paneles, nos informamos que se inauguró el 27 de octubre de 1912 y desde entonces ha funcionado ininterrumpidamente. En su tiempo fue todo un hito de la ingeniería, tan solo existían dos en el mundo.
Ante una vieja cabina y el helipuerto
En la cima de este morro hay tiendas, bares, un anfiteatro utilizado para espectáculos musicales nocturnos con precios prohibitivos y una exposición al aire libre de las antiguas cabinas (bordes). Desde aquí despega un helicóptero para realizar visitas panorámicas de Río.
Si eres unos de los primeros turistas, puedes contemplar sin aglomeraciones los impresionantes vistas de la ciudad o incluso tumbarte en una de las hamacas.
Museo del Cucurutu y figuras en el Pan de AzúcarEmbelesados, el tiempo pasa rápido no te pierdas a las 11 de la mañana, en el cerro del Pan de Azúcar, la figuras que aparecen del Guardián de la Piedra, también llamada San Pedro o la ave mitológica egipcia Ibis, las sombras solares producen este mágico efecto. Facilito su localización remarcándolas en la foto, no todos llegan a localizarlas, como a Elena y Mª Angeles, unas mañanas que nos encontramos allí y que ya no se nos separamos en todo el día. Pero no fueron los únicos españoles que vimos, también estuvimos con unos trabajadores vascos de una empresa de infraestructuras que tenía contratas en Río, incluso, coincidimos con las azafatas del vuelo a las que saludamos.
Luego tomamos nuevamente el bondinho para subir al emblemático Morro Pan de Azúcar (Pão do Açúcar), nombre que recibió por su semejanza con la distribución cónica de los bloques de azúcar preparados para ser exportados a Europa. Las vistas son impresionantes.
Vistas desde el Pan de Azúcar y foto con Elena y Mª Ángeles
Desde aquí se tiene una panorámica de 360º de Río y la Bahía de Guanabara, aunque faltaría un mapa grabado muy común en otros miradores, aún así es fácil identificar las playas de Leme, Copacabana, Ipanema, Flamengo, Botafogo, Lebón y Urda, las montañas como el Corcovado con el Cristo Redentor, el macizo de Tijuca, el Dedo de Dios y la Piedra de Gavea, el centro de la ciudad, la ciudad de Niteroi al otro lado de la bahía y el puente que la cruza, el Aeropuerto Santos Dupont… todo un espectáculo que hechiza.
De regreso en el Morro da Urca, quería haber recorrido la senda verde, pero mi esposa, hija y las mañas se coligaron ¡y quién puede contra cuatro mujeres!, así que terminé haciendo en solitario un simbólico recorrido entre la exuberante vegetación que cubre la cumbre.
Algo parecido ocurrió con la visita programada al Barrio de Urca y a la iglesia Nossa Senhora do Brasil, esta vez justificada por falta de tiempo, así que me tocó verlo desde arriba.
Nuestro siguiente objetivo era visitar la Favela Cantagalo Pavao y la Feira Hippie de Ipanema, feria de artesanía que se instala los domingos en la Plaça General Osório. Así que tomamos en la Av. Pasteur el ônibus 513, que nos llevó hasta la Rua Nelson Mandela, a escasos 100 metros se encuentra la estación de metro de Botafogo. Al ser la primera vez, al pedir un billete sencillo (bilhete ûnico) nos extrañamos que nos entregaran una tarjeta tipo visa, luego por el precio (3,7 reales) y al ser tragada por la ranura del torniquete de entrada, nos dimos cuenta que era lo correcto.
Tomamos la Línea 1 y nos dirigimos hacia General Osorio – Ipanema. Una vez allí seguimos por la Rua Teixeira de Melo hasta Rua Barao da Torre, ahí esta el Elevador Cantagalo,es gratis, un funcionario acciona los botones y por seguridad acompaña en la subida que termina en el Mirante do Paz, la entrada a la favela.
Visita de la favela Cantagalo PavaoLas favelas están asociadas con la pobreza y la delincuencia que origina esta situación. Estos lugares de chabolas superpuestas están en los cerros de la ciudad, ocupando terrenos públicos en otro tiempo bosques. Representan el 20 % de las viviendas de los cariocas, pasar por Río y obviar esta realidad social, no lo creía idóneo, por otra parte no quería contratar los servicios de una agencia que convierten la visita en un tour turístico descafeinado.Así que con la adrenalina que supone exponerte algún peligroso o el morbo de hacer lo que otros no se atreven y el plus añadido de ir acompañado con cuatro mujeres, nos adentramos en la favela. Primero las recomendaciones, que a veces no cumplían nuestras amigas: La incursión hay que hacerla rápida, estar vigilantes en ese laberinto de escaleras y estructuras inacabadas, no pararse hablar, únicamente responder a los saludos, fuera objetos de ostentación, fotos únicamente las necesarias, respeto a las personas no estamos haciendo un safari, sonrisa y amabilidad...
Contraste de la favela con los modernos edificios y calle en el interiorLa experiencia resultó positiva, con quien nos cruzamos nos miraron con comprensión, entendieron nuestra curiosidad. El 90 % de los que viven en una favela son gente humilde trabajadora, sin recursos para comprarse o alquilar una vivienda, el resto si son delincuentes o traficantes que buscan estos lugares como refugio, lo hacen en las viviendas de la parte mas alta, así les da tiempo para huir o deshacerse de la mercancía cuando la Policía Pacificadadora entra en la favela, poco habitual que lo haga en las favelas del Norte de la ciudad.
La imagen de ajustes de cuentas, extorsiones, enfrentamientos... cada vez es menos frecuente en Río, no así en otras ciudades como Salvador de Bahía o Sao Paulo donde según Insper, el 53% de sus ciudadanos han sido víctimas de algún tipo de delito grave. En las favelas se han introducido ONGS, y confesiones religiosas que ayudan a estas gentes a salir de su marginalidad, en muchas favelas se han creado centros culturales, donde se imparten clases y crean grupos de samba que luego desfilan en los carnavales. Terminada la visita nos dirigimos a comer al Restaurante Brasinha de Ipanema, Rua Gomes Carneiro, 112, uno de los muchos lugares que hay alrededor de la Plaza General Osorio. Al no poder seleccionar el sitio por temor a llegar tarde a la Feira Hippie (de 7 a las 19 h,), resultó un lugar caro con servicio lento, sin aire acondicionado, tan solo unos ventiladores giraban en el techo, con tan mala suerte, que unos se precipitó sobre unos comensales y los apagaron todos. Al ser a la carta, pedimos una ensalada de palmito (35 R$ cada una) y pollo asado (59 R$), que luego resultó ser un pollo completo, si nos descuidamos nos sirven tres, menos mal que un amable brasileño nos informó y se enfrentó al camarero en nuestro nombre.
Feira Hippie de IpanemaDespués de comer nos dirigimos a visitar la Feria, que en realidad no la encontramos como “la mayor galería de arte y artesanía del mundo al aire libre” tal como la promociona su página oficial.
Desde aquí tomamos la Rua Teixeira de Melo y en unos minutos estábamos en la playa de Ipanema. Recorrimos el paseo presenciando actuaciones de grupos callejeros, pero ya con la prisa de llegar a tiempo a la Pedra do Arpoador, cerca del posto 7, para ver atardecer.
Grupo playero en Ipanema y foto ante el atardecerEs todo un espectáculo ver la gamas de colores anaranjados, mientras que en el mar se reflejan las luces del paseo marítimo. Muchos bañistas aprovechan para darse el último baño en las cálidas aguas, mientras otros sentados, saborean el agua de coco, que venden en los puestos cercanos o no se cansan de hacer fotos como nosotros.
Para el regreso a nuestros hoteles en la playa de Copacabana, cruzamos el Parque de Garota, ya que la playa se interrumpe por el Fuerte de Copacabana. Acompañamos a Mª Ángeles y Elena hasta el comienzo de la Av. Atlântica y regresamos a la Iglesia da Ressureicao para asistir a la misa dominical, luego terminamos la jornada cenando en el restaurante Sindicato do Arpoador, Bulhões de Carvalho 95, un lugar sencillo de comida casera, buena y barata. Desde aquí volvimos al hotel para dormir.
Continuará
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