Creo que la mayoría de la gente que vive en su cotidianidad junto a una joya arquitectónica se acostumbra de tal manera que no se para ni por un momento a admirarla.
Muchos son los ciudadanos de Castro Urdiales que suben a la iglesia de Santa María sólo para acudir a ceremonias religiosas.
Os invito a que hagáis un experimento, que por un momento os convirtáis en foráneos y visitéis el templo con la memoria vacía. Ya, en el interior de Santa María, quiero que abráis bien los ojos y contemplad.
No dudo que vuestra sorpresa será mayúscula.
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