Concierto para violín en re mayor, op. 35 1: Allegro moderato Piotr Ilich Tchaikovski (1840-1893)
Se diría que el verano acabó hace siglos, pero tal vez recuerden que oímos una melancólica barcarola de este famoso compositor, encerrado en el armario, que se casó con efectos desastrosos con una estudiante, lo cual le produjo depresiones y un bloqueo creativo, y le hizo pensar en el suicidio.
Para recuperarse fue a un pueblo turístico de Suiza, donde las cosas no fueron muy bien al principio. Mientras se esforzaba por componer una nueva sonata para piano escribió a su hermano: "He trabajado infructuosamente, con pocos progresos [...] Nuevamente tengo que obligarme a trabajar, sin entusiasmo [...] Me devano los sesos para obtener algunas ideas débiles y flojas, y pierdo el tiempo meditando cada compás. Pero sigo en la brecha y espero que llegue la inspiración".
Llegó. Poco después, la musa de Tchaikovski reapareció literalmente bajo otra forma estudiantil, el violinista Iósif Kotek. Los historiadores de la música hace mucho que dan por sentado que fueron amantes; fuera cual fuese el carácter de su relación, sabemos que compusieron mucha música juntos y Tchaikovski volvió a sentirse con fuerzas suficientes para escribir una de las obras para violín más elegantes que se han creado: el concierto en re mayor, que se estrenó este día de 1881.
Kotek dio al compositor valiosos consejos desde la perspectiva de un músico solista. "Es encantador cómo se ocupa de mi concierto -contó Tchaikovski a su hermano-. Huelga decir que no habría podido hacer nada sin él. ¡Lo toca maravillosamente!" Tchaikovski se lo dedicó primero a Kotek, pero luego cambió de idea y dijo a los editores que aquello daría lugar a rumores. Kotek no se lo perdonó nunca.
Clemency Burton-Hill