Viaje Musical por un Año: Intermezzo n.º 2 - J.Brahms

Publicado el 03 abril 2023 por Moebius

Intermezzo en si bemol menor, op. 117 n.º 2 Johannes Brahms (1833-1897)

Hacia el final de su vida, con sinfonías, conciertos, obras instrumentales de gran envergadura y mucha música de cámara a las espaldas, parece que Brahms quiso concentrar sus energías en algo más intimista. En sus últimos años produjo docenas de miniaturas para piano, entre ellas dieciséis intermezzi bellísimos.

Puede que se refiriese a este cuando, en una carta que escribió a Clara Schumann poco después de cumplir cincuenta y nueve años, dijo que deseaba escribir algo "para mí mismo".

(Ah, sí: Clara. El gran amor de Brahms. Brahms conoció a Robert Schumann y pasó a ser su protegido en 1853; poco después escribía a la mujer de Robert: "No hago más que pensar en usted [...] ¿Qué me ha hecho?

¿No podría deshacer el hechizo que ha lanzado sobre mí?" Robert murió en 1856, después de sufrir trastornos mentales durante mucho tiempo, y Brahms se acercó a Clara, con quien ya sostenía una amistad íntima. No tuvieron relaciones sexuales, pero es imposible conocer el carácter y nivel de su relación porque ambas partes destruyeron muchas cartas que habían cruzado. Lo que es innegable es el profundo impacto que tuvo su relación en la producción musical de ambos, motivo por el que debemos dar gracias.

Muchos de estos intermezzi tardíos, como el tríptico del opus 117, exhalan una ternura de canción de cuna (Brahms habló cierta vez de las "nanas de mis tristezas") y nos invitan a fantasear. Pese a toda su dulzura, sin embargo, Bramhs tenía huesos de acero y estas piezas nos recuerdan también la asombrosa capacidad de este hombre para transformar ríos de lava emocional en formas musicales disciplinadas.

Algunos críticos musicales hablan de Brahms, que falleció este día, con cierto retintín malicioso. No sé por qué. Encuentro su música profundamente expresiva y conmovedora, enriquecedora, generosa y alegre: lo tiene todo. En mi opinión es el comunicador musical por excelencia.

Clemency Burton-Hill