Viaje Musical por un Año: O virtus sapientiae - H.Von Bingen

Publicado el 03 enero 2024 por Moebius

03 de EneroO virtus sapientiaeHildegarda von Bingen (c. 1098-1179)

Las mujeres han sido pluriempleadas por lo menos desde los tiempos medievales. Hildegarda von Bingen, uno de los primeros nombres conocidos en la historia de la música occidental, fue monja, escritora, científica, filósofa, profetisa y visionaria cristiana. Fundó y dirigió dos monasterios. Sus textos proféticos tocan desde la teología hasta la botánica y además fue considerada experta en curas medicinales. (Las primeras feministas de la era moderna aprovecharon su fama como autoridad sanitaria y curandera para defender el derecho de las mujeres a estudiar en las facultades de Medicina.) 

La polímata Hildegarda fue una predicadora respetada que viajó por Europa, además de una notable charlatana. Escribió alrededor de cuatrocientas cartas que se conservan, así como canciones, poemas y obras de teatro, entre ellas Ordo virtutum, seguramente el primer auto de la historia literaria. En su tiempo libre supervisaba la iluminación de manuscritos, inventó un alfabeto y un idioma conocido como lingua ignota —que según los eruditos tenía por objeto aumentar la solidaridad entre sus monjas— y acabó siendo considerada la fundadora de la historia científica en Alemania.

Por lo visto, este notable personaje encontró tiempo para componer por lo menos setenta piezas musicales, casi todas con textos poéticos escritos por ella. Sus cantos, que ascendían hacia el cielo, estaban compuestos en estilo

«monódico» o «monofónico» —no tardaremos en ver lo que era la «polifonía»—,lo que significa que sus monjas cantaban solas o al unísono, siguiendo una sola línea melódica. Dada la violencia e incertidumbre de los tiempos medievales, su música debió de entrañar un gran consuelo para quienes la cantaban.

Puede que por eso sintamos todavía cierta afinidad con ella. Aunque se hubiera escrito en otra época, es una música vibrante e insólita; que se escribiera hace casi mil años, y por una monja muy ocupada, no hace sino aumentar nuestro asombro.

Clemency Burton-Hill