Revista Viajes

Viaje por Andalucía, en busca del sol, en camper

Por Inshalatravel @inshalablog

Acababa de empezar el invierno y gracias a los días festivos acumulados durante el año pudimos planear un viaje tranquilo, sin fechas ni horarios. Cuando alguien me preguntaba dónde me iba a escapar con la cámper mi respuesta no le solía satisfacer y pedía más precisión. “ Voy de viaje por Andalucía ”, “Sí, pero ¿a qué parte de Andalucía?”… ¿Qué responder cuando se abre ante ti una amplia región y sabes que al menos vivirás aventuras en tres de sus provincias? “A buena parte de Andalucía, desde Jaén, pasando por Granada, Málaga, Cádiz y luego de vuelta, buscando el sol y la playa invernal.”
Miradas incrédulas, divertidas, cómplices y buenos deseos para el viaje. Hay quien sigue sin entender que se puedan vivir aventuras en pleno siglo XXI, pero cada vez somos más los que tomamos nota y la buscamos a la menor ocasión.
 

viaje por andalucia-inshala_Travel

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Para aprovechar el máximo la luz solar, salimos de Madrid al anochecer por la A4 camino de Granada, donde íbamos a pasar la primera noche. De camino paramos en Puerto Lápice donde me había recomendado un amigo probar un guiso de ciervo, además de repostar carburante, que ya estábamos en reserva. La cena fue muy agradable y efectivamente el guiso bien valió la parada. Seguimos camino y al pasar por el paraje de Despeñaperros, ya en la provincia de Jaen, nos habría gustado que la noche fuera más clara para ver las curvas cerradas y las escarpadas cuestas que hasta hace poco tiempo tendríamos que estar sufriendo, en vez de un puente de trazado tan llano, recto y agradable como si atravesara La Mancha en vez de esta abrupta geografía.
 
Llegamos a Granada bien entrada la madrugada y, buscando el centro histórico, nos vino a recibir una calle en la que no había estado todavía, Pedro Antonio de Alarcón. Nos sorprendió que prácticamente todos los establecimientos estaban abiertos tan tarde, así que elegimos un lugar de comida rápida al azar y, con la cámper bien aparcada y en modo dormitorio, buscamos dónde tomar una copa para despejarme de las horas de conducción y dar oficialmente por iniciadas las vacaciones. En la misma calle encontramos un lugar agradable donde conversar con la música a un volumen y de una calidad que invitaba a acabar la noche allí, el Pub Amsterdam.
 
Granada_albaycin. Viaje por Andalucía. Inshala Travel. Foto: Mihael Grmek

Granada_albaycin. Viaje por Andalucía. Inshala Travel. Foto: Mihael Grmek

Lo bueno de Granada es que en un rato caminando puedes llegar la zona que quieras, y esa mañana habíamos pensado dedicarla al Albayzín. Este barrio mágico va trepando por una colina muy acusada en cuesta hasta llegar a la misma altura que La Alhambra, de la que la separa el río Darro, que adorna con su líquida melodía un precioso paseo que nos lleva desde la plaza Nueva hasta el paseo de los Tristes, donde, subiendo por la cuesta del Chapíz se llega a lo alto del Albayzín. La vida se vive distinto en este barrio de casas antiguas perfectamente encaladas y de irregular fachada, es como si el tiempo fuera a distinta velocidad y se nota en las caras de las personas.
 
Se nos abrió delante una plazuela literalmente cuajada de mesas llenas de comensales al sol disfrutando alegremente de su aperitivo o comida, o dando buena cuenta de una botella de vino. Decidimos que era nuestro lugar y comimos estupendamente un “barco” de pescaíto frito delicioso con un tomate aliñado del que no quedó ni una gota de aliño. El lugar se llama El Ladrillo y su relación calidad precio nos pareció muy buena. Tras la obligada mirada a la Alhambra desde el mirador de San Nicolás, bajamos atravesando la zona de Cármenes, grandes casas con jardines frondosos que se extienden por la vertiente del barrio, hasta la zona morisca donde las teterías y bazares recuerdan la tradición multicultural granadina. Tomamos un té escuchando la rítmica música y oliendo las esencias y viendo los adamascados y tocando el labrado de la tetera, y saboreando el delicioso té caliente y reconfortante. Decididamente es un viaje a los sentidos penetrar en una tetería y quedarse el rato que haga falta.
 
Nos pilló la noche paseando por la ribera del Darro y desde la plaza Nueva nos encaminamos hacia la Alhambra por la cuesta de Gomérez. Que parece que la palabra cuesta tiene cierta relación con el coste que representa su abordaje, realmente dura la subida en la que tuvimos que pararnos dos veces a tomar resuello, pero el sonido del agua bajando por los lados del camino y la belleza de los árboles dejando entrever las murallas de la prometida Alhambra nos daban aliento, y en un visto y no visto nos encontrábamos dentro de las murallas y la perspectiva cambiaba y era ahora el mirador lo que nos llamaba la atención, y las montañas, y la colina de bajada suave, y la historia y belleza de sus rincones. Pero la noche nos limitó la percepción de su belleza y debemos repetir la visita, pero con luz y sol. Para salir elegimos dar la vuelta al complejo por un camino poco transitado y buscamos la puerta del Aljibillo para disfrutar de unas cervezas con las tan afamadas tapas granadinas. No nos defraudaron en absoluto. Abundantes y ricas.
 
Antequera, Málaga. Viaje por Andalucía. Inshala Travel. Foto: De Ingo Mehling - Trabajo propio, CC BY-SA 4.0

Antequera, Málaga. Viaje por Andalucía. Inshala Travel. Foto: De Ingo Mehling – Trabajo propio, CC BY-SA 4.0

Por la mañana el sol volvió a brillar, pero las nubes le impedían llegar hasta nosotros, y las predicciones meteorológicas no eran del todo favorables al son en el sur de Andalucía, así que dejamos la búsqueda del sol para el día siguiente y nos centramos en el interior de Málaga, en el pueblo de Antequera.
 
En el viaje hacia Antequera encontramos justo lo que necesitábamos: una gasolinera con duchas, un menú de precio muy razonable con terraza amplia y jardín para que jueguen los niños… vaya, un todo en uno en mitad de la nada, y fue por pura casualidad ya que el hambre podía conmigo y cuando tomamos la decisión de parar a comer era el establecimiento que apareció en mitad de la carretera. Definitivamente es una parada aconsejable para quien vaya en camper, ya que las duchas están bastante limpias y el personal muy amable.
 
Aparcamos a las afueras del pueblo prácticamente, debido a su saturación de coches. Realmente era una noche de tránsito para visitar el día siguiente el Torcal, pero fue una noche muy agradable en una cervecería llena de madera, utillaje de época y cervezas de importación. Lo importante era la compañía y el ánimo que ya traíamos con nosotros, así que la noche fue casi perfecta. Sufrí un accidente en el que me hice un corte en la mano bastante profundo y me atendieron en el Centro de Salud muy rápida y amablemente, al final quedó en un susto y pudimos seguir viaje sin mayor percance, pero me di cuenta de que hay otra forma de hacer las cosas, ya que no en todos los Centros de Salud de nuestra geografía en los que he tenido la mala suerte de ir solicitando auxilio me han tratado tan bien como en Antequera… perdón, miento, el año pasado me pasó algo parecido en Torre del Mar, Málaga, y la atención fue también excelente. Igual va por provincias, o por regiones.
 
Típico mollete andaluz. Viajar por Andalucía. Inshala Travel Foto: Pedroserafin

Típico mollete andaluz. Viajar por Andalucía. Inshala Travel Foto: Pedroserafin

Con un vendaje ligero y bien ajustado, y antes de continuar marcha, desayunamos molletes, un producto típico de esta tierra parecido al pan de pita pero que sirven ligeramente tostado. Tuvo mucho éxito, y de paso tomamos fuerza para continuar hacia el Torcal de Antequera. Es una reserva natural con formaciones rocosas únicas en el mundo, unos paisajes que literalmente te hacen pensar que estás en otro planeta, salvo por la vegetación y la cantidad de gente que decidió hacer lo mismo que nosotros. El acceso es bastante escarpado, ya que está literalmente en lo alto de una montaña, pero una vez arriba, y cuando pones los pies en tierra después de aparcar te das cuenta de que vale la pena por disfrutar de esa sensación. Optamos por una ruta de senderismo para poder ver tanta belleza desde dentro, y estaba muy bien señalizada pero a veces el sendero se mezclaba con el abismo en una sensación de paz y riesgo de perder el pie.
 
Nuestra siguiente parada fue el barrio del Palo, en Málaga, en un hostal que buscamos en Booking.com y nos pareció ajustado en calidad y precio, el Hostal Moscatel. Realmente no estábamos para muchas escapadas, ya que la caminata por el Torcal nos había consumido bastante, pero con eso y todo nos aventuramos a salir a cenar y a descubrir un poco el entorno. El paseo marítimo y la playa nos sentaron de maravilla pese a ser de noche, y luego la zona de tapeo que quedaba cerquita del hostal nos vio charlando en una terraza hasta las tantas tranquilamente y sin agobios. De vez en cuando la comodidad de una habitación cuando el viaje será largo y por muy bien equipada que esté la furgoneta, se agradece…
 
El Palo cambia radicalmente por la mañana, y se ve su naturaleza de ciudad dormitorio de Málaga, así que tras comprobar que también se puede desayunar molletes en una terraza en la que ya estuvimos la noche anterior, continuamos hasta la provincia de Cádiz. Cambiamos de lengua y de marco de referencia en la hora que nos costó llegar, y en los veinte minutos que pasamos esperando hasta que pudimos cruzar la frontera de Gibraltar, un cambio que, al menos, no se veía reflejado en el sentido de la circulación, una suerte.
 
Gibraltar, Cádiz. Viajar por Andalucía. Foto: Pixabay

Gibraltar, Cádiz. Viajar por Andalucía. Foto: Pixabay

Aparcar en Gibraltar es complicado, pero hay un par de sitios bastante factibles y cercanos al funicular que lleva a la cima del Peñón, uno es el parking de Trafalgar Road y el otro el del mismo funicular, enorme. El resto del peñón es inaparcable, y decidimos no montar un incidente diplomático aparcando en prohibido, así que pagamos religiosamente el canon y nos dimos un par de horas para dar una vuelta por allí, y el jardín botánico prescindible, pero el paseo fue agradable. Como el tiempo seguía nublado, y las nubes envolvían la cima, no subimos al peñón y decidimos dar una vuelta y comer en el típico pub inglés. En la calle principal encontramos The Angry Friar en el que comimos un desayuno inglés a las cuatro de la tarde y salimos llenos. Si bien el aroma a frito no acompaña demasaido, la comida estaba exquisita y abundante. La regamos con algo de sidra y proseguimos camino hacia la Tacita de Plata no sin antes hacer alguna compra y llenar el depósito aprovechando que estábamos en un puerto franco.
 
Estuvimos tentados de quedarnos en playas tan llamativas como las de Bolonia, Zahara de los Atunes, Barbate o Conil… pero al no estar en temporada decidimos apostar por una ciudad para disfrutar esa noche. Aparcamos en una calle tranquila al lado de la Avenida de Andalucía, la avenida para entrar a la Tacita, y tuvimos diez minutos de agradable paseo hasta entrar en el casco histórico. De noche las calles parecían viejas y sinuosas, un tanto estrechas y llenas de encanto. Dicen que se parece a La Habana, pero no me di cuenta de ello hasta el día siguiente, en el que el malecón te transportaba más allá del océano… una bella ciudad en muchos sentidos.
 
Costa atlátinca de Cádiz. Viajar por Andalucía. Inshala Travel. Foto: Solundir

Costa atlátinca de Cádiz. Viajar por Andalucía. Inshala Travel. Foto: Solundir

Al fondo del todo, cuando parece que la ciudad se termina, aparece el castillo de San Sebastián al que se llega por un aparentemente estrecho camino entre deos masa de agua. Supongo que en temporal debe ser digno de ser visto, aunque con el mar en calma y el sol haciendo tímidas escaramuzas tenía un aspecto imponente. Habíamos buscado un sitio para el tan afamado pescaíto frito y en adobo gaditano, y la suerte parece que nos acompañó, porque fuimos a la bodeguilla El Adobo, al lado de la plaza de San Francisco, un manjar el cazón y la morena en adobo… agradable y apartada, pero en todo el centro de la Tacita. Seguimos dando la vuelta y decidimos hacer noche en la playa de la Barrosa, en Chiclana, bien cerquita y donde coconimos un restaurante vietnamita muy acogedor, con una cocina impecable y buen precio. Cenamos divinamente y dormimos con el mar a escasos metros de nuestros pies, el paraíso.
 
Iniciamos el viaje de vuelta, pero antes había una cita obligada que habíamos pospuesto hasta que el tiempo acompañara, el camping Almanat, cerca de Torre del Mar, en Málaga. Eso de pasar un par de días sin mayor preocupación que elegir qué tomar en la terraza de un restaurante que mira al mar es un lujo. Darte el último y el primer baño del año en el Mediterráneo con un sol de justicia y 23 grados es un lujo, pero encima sin siquiera pensar qué llevar de ropa, ya que es nudista, es una delicia, y la disfrutamos cada segundo, con unas puestas de sol que dejan boqueabierto y el trato casi familiar que se recibe en este más que recomendable establecimiento. Sol, mar, buena bebida y comida, y tiempo para disfrutarlas.
 
El tiempo siguió su curso y volvimos a Granada con ganas de hacer compras en el zoco de la catedral o en el Albayzín, eso nos distraía en parte del paraíso que dejamos atrás, eso y una comida con amigos a los que enseñamos nuestro anterior hallazgo, el Ladrillo, y comprobamos que no era nuestra impresión, sino que el sitio es para instalarse y no salir hasta que cae la noche, y más allá…
Finalizó nuestro viaje esa misma noche, pero de forma inesperada, la camper pidió ayuda y se la brindamos llamando a asistencia en caretera, ella durmió en el taller y un taxi nos devolvió a nuestros domicilios ya de madrugada, dejando atrás más de una semana de viaje por tierras andaluzas y pensando en la siguiente escapada, quizá a los pueblos blancos de Cádiz… quién sabe.

 
 

Raúl Padilla     Follow @@InshalaBlog    

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