Nos condicionaron quienes llegaron a estas tierras.
Tenían su estilo de vida, su carácter, sus metas y ambiciones, y, sobre todo, sus métodos nada santos. Llamaron “descubrimiento” a su sangrienta conquista, a su saqueo, al irrespeto a la tierra, a sus legítimos dueños; sus métodos fueron crueles en toda la magnitud de esa palabra. Y su influencia nefasta ha seguido por décadas y siglos.
estamos presas de esa honda influencia. Seguimos pensando que guerrear es mejor que ponerse de acuerdo, que usurpar es mejor que negociar con dignidad. En nuestro ADN llevamos tantas influencias que incluso no alcanzamos a percibir su magnitud.
Pero ahí está el arma al alcance, la educación. leer, informarse, inspirarse en biografías motivadores, llenarse de positivismo, abrirse al cambio de mentalidad. Tarea dura pero no imposible, además honesta y altruista: enfrentar con la decencia los mezquinos métodos que hemos aprendido.
Cada cual dejó su huella con su impronta particular: los ingleses, los portugueses, los españoles. A nosotros nos tocó la España que tomó la batuta del desarrollo europeo en esa época media de la humanidad. Y nuestros indígenas y luego los negros traídos a la fuerza nos proporcionaron un coctel de influencias y posibilidades de enorme consideración.