Viajes Barrera, a la carrera.

Por Majelola @majelola

Tengo un amigo que, desde hace varios años, organiza excursiones temáticas y viajes para sus amigos. Éstos son tantos, que no sólo llena con ellos un autocar grande en un santiamén, además hay lista de espera con los que quieren y no pueden ir. El que no se espabila tiene que aguardar a la próxima ocasión, y no espabilar aquí significa a veces tardar un día en apuntarse. Por eso mi amigo es tajante en respetar el orden de inscripción.

Bernardo tiene un apellido que no le retrata en absoluto: Barrera. Y digo que no le retrata porque he visto a pocos individuos tan echaos pa'lante como el susodicho. Tendría mucho que contar, pero vamos al asunto que nos ocupa; y que son estos viajes que pasa meses organizando, porque mover a sesenta personas sin ser profesional del ramo, y hacerlo bien, tiene su miga. No sólo mueve al personal: selecciona destinos de la geografía patria, busca los mejores hoteles en relación a su calidad/precio, negocia los presupuestos finales rascando todo lo que puede, consigue los guías más cualificados, elige unos menús espléndidos de ver y gustar, convence a los hosteleros de las ventajas de obsequiarnos con un chupito en la comida y otro en la cena. Si se niegan -que los hay-, insiste; encantadoramente, pero sin aflojar. La perseverancia de Bernardo es el azote del sector; si no lo consigue es porque ha dado con el mismísimo Harpagón.*

El dueño de la empresa de autocares que nos lleva, Canalejo, también es amigo suyo. A veces se apuntan su mujer y él a la excursión y se lo pasan pipa. Se notan en cada viaje las muchas horas que Bernardo le ha echado a los preparativos: mezcla en ellas ilusión, empeño, e inclusive si hace falta, obstinación. Porque obstinado es. Su deseo es que salga cada vez mejor, y lo consigue. Hasta hace poco todavía no pegaba ojo la noche anterior a la partida; ahora la experiencia le alcanza para un sueño, y se le ve más relajado, sin bajar la guardia, durante todo el viaje.

Pensarás que mi amigo no hará esto por amor al arte, que se llevará una pasta gansa por semejantes trajines. Ahí te equivocas. Lo hace porque le encanta. Entiéndeme, no me refiero a lo de pasar nervios, de eso le gustaría prescindir, en cambio organizar cosas para que todo el mundo disfrute le hace feliz. Sobre todo cuando nos ve satisfechos. Ya sé que te cuesta creerlo, pero te lo digo en serio: hay gente así. Y que lo haga gustosamente, lejos de restarle mérito, se lo añade.

Cuando le sobra dinero del presupuesto, bien porque nos dejaron pasar gratis a un sitio o no dio tiempo a verlo, o bien porque se renegoció algo sobre la marcha, en el trayecto de vuelta nos lo devuelve. Va y anuncia:

- Me sobran 500 euros -por ejemplo-, y tocamos a 10 por cabeza. Me voy pasando a dároslo.

Se lo coges porque sabes lo inútil que será negarse, o quizá porque intuyes que él lo consideraría un insulto. Capaz. Y se lo coges; pero se lo coges con vergüenza, porque sabes que le debes muchísimo más.

Conozco a Bernardo desde mis trece o catorce años. Apareció un día en la academia de tarde donde recibíamos clases Mari Tere y yo. Ella era y sigue siendo una mujer con estilo, la elegancia le sale de dentro, y es sencillamente, oro molido. Aquel tipo listo vio el oro enseguida. En cuanto le echó el ojo a mi amiga, supo que era la mujer de su vida, aunque ella todavía no había cumplido los catorce. El chico rezumaba confianza y simpatía, y supo conquistarla con sus ojos claros, su sonrisa pródiga, y sobre todo por la nobleza de su corazón. Doy fe de que eso ella lo tuvo claro desde el principio, y en los momentos áridos acudió a esa referencia definitiva. Durante los meses de mili obligatoria hice de celestina; yo recibía las cartas del recluta y se las entregaba a la destinataria real, lógicamente sin abrir. No estaba el buzón de la calle Jenara Gómez nº 7 predispuesto a recibir cartas de un novio de la niña. O eso pensábamos los tres por entonces; ya Margarita, la madre de Mari Tere, me lo habrá perdonado.

El tiempo les dio la razón... ahí siguen, tan estupendos, con dos hijos igual de estupendos; Mari Mar y David, y dos nietos como dos soles. Una historia de amor maravillosa, y una historia de lealtad. Da gusto. ¿Discusiones de vez en cuando? pues sí; lo normal cuando se juntan dos de carácter bien servido. Ambos, con su carácter y todo, conservan a sus amigos de adolescencia. Por algo será.

Y ahora vamos con lo del eslogan que da título al post.

En los primeros viajes Bernardo quería darnos tanto, que íbamos a los sitios poco menos que a destajo. Veíamos mucho, hacíamos fotos y acabábamos agotados, más mentalmente que otra cosa; menos mal que nos reíamos también, sin parar. Entre la ceca y la meca y a toda pastilla, a alguien se le ocurrió el lema: "Viajes Barrera; a la carrera", y cayó muy bien entre el público, pero más le gustó al organizador, que para el siguiente viaje ya tenía listas las chapas. Inenarrable. Luego se relajó la cosa, y ya le cantábamos al partir el Viaje con nosotros de la Orquesta Mondragón. Se espaciaron las visitas turísticas y tuvimos ratos libres entre plan y plan... aunque hay que reconocer que le cuesta; en el fondo sigue dándole congoja que nos saltemos alguna maravilla del camino, pero se reprime. Bernardo es así.

En aquellos primeros viajes y en los de ahora lo pasamos igual de bien. Nos reímos mucho, los que no nos conocíamos nos vamos conociendo un poco más en cada viaje, y yo tengo la oportunidad de ponerme al día con Mari Tere.

La verdad es que he sido lista para elegir amigos. Verónica, mi hija, me lo dice siempre:

- Lo más importante que me has enseñado es a elegir bien a mis amigos; nunca te lo agradeceré bastante. Estoy muy orgullosa de los amigos que tengo, y eso te lo debo a ti.

Menos mal que una ha hecho algo bien. Ya era hora.

Existe una magia que no sabe de trucos, que no engaña, pero sí fascina; y esa es la magia de la amistad. Debería ser especie protegida, como el lobo ibérico. Como él, siempre está amenazada por otros intereses menos mágicos, a menudo inconfesables. Pero los amigos verdaderos, como el lobo ibérico, son -todavía- una realidad. A ambas especies deseo larga vida.

Gracias, Bernardo, por cuidarnos, regalarnos tu tiempo, y disfrutar con ello. Gracias Mari Tere, por tu generosidad, paciencia y saber estar.

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*Harpagón: el avaro de la obra de Molière.
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Mariaje López.

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