Revista Cine

Viajes en el tiempo, pero con mensaje filosófico en ‘Looper’

Publicado el 18 octubre 2012 por El Ninho Naranja @NinhoNaranja

‘Looper’ podría pasar desapercibida en la cartelera como un subproducto más del cine de acción, evaporado en ciencia-ficción de piscifactoría. Algo al estilo ‘In time’ o ‘La isla’. El género se resiente y mientras que al cumplir décadas, los clásicos se reviven como funesta confirmación de que hace falta un respiro, un paso atrás para dar dos hacia delante, llega esta inspirada heredera de los conceptos de antaño, pero con un aire renovado e introspectivo. Con más alma, con más filosofía. No parece que estemos hablando de una película de Bruce Willis, verdad?

Joseph Gordon-Levitt en 'Looper'

La narración de los viajes en el tiempo ha dado (y dará) para muchas combinaciones rocambolescas y engendra títulos de lo más variopinto. La Ci-Fi en general, adolece de que en su materia prima, está precisamente el cáncer que la fulmina. El desarrollo tecnológico, la implosión mundial en nuestra propia megalomanía científica, nos produce al mismo tiempo buenos tratamientos de guión, consistentes y creíbles, como bodrios injustificables. Aquí es donde ‘Looper’ marca su primer acierto.

La ficción científica se soslaya, se antepone un discurso más dramático y social, se enmarca en una controversia de rabiosa actualidad y se yuxtapone a un thriller de acción que pese a lo distorsionado de su trama, se sostiene y se acelera por momentos, como su montaje en cámara, para que demos saltos entre el cine negro de siempre y el puro metraje de adrenalina y explosiones. Sin perder la compostura y sin aburrir al personal. Ahí lo llevas.

Joseph Gordon Levitt, que deja la post-adolescencia tardía de su cara de niño, junto al miedo a los retos, va encajando muescas en su contador personal. Bruce Willis, que hace de Bruce Willis, agrada con su papel de padre de sí mismo. Jeff Daniels, por reclamar a filas a uno de los secundarios, exultante de talento ganado con los años.

Paremos un momento y recapitulemos. Estamos ante una película que se podría infravalorar pero que tampoco conviene encumbrar antes de tiempo. Tiene méritos, como ese mundo devastado y casi apocalíptico (lo que viene antes de que cunda la era Mad Max, si no ponemos remedio), con esa dosis lisérgica de droga líquida (alguien está pensando en el Nuke de ‘Robocop’?) y con un acertado contrasentido moral y táctico en cuanto al uso de los viajes en el tiempo, de la lucha interior porque el yo que cada uno llevamos dentro, se mantenga firme y constante, cuando en realidad, lo que nos cambia nos hará más certeros, más diestros. Aunque nos envenene y nos condene, si el azar nos pone en el camino de nuestro yo anterior. Antes de ser el actual. Un lío, vamos…

Cartel de 'Looper'

Es decir, ¿cómo cambias las cosas si el destino te diera la oportunidad? La lucha interior y el autoabastecimiento de psicología vital, de aprendizaje para evolucionar. Entonces es cuando por suerte la película se pone animada y la cosa no se pierde en metafísicas de tres al cuarto (perdónenos maestro Soderbergh, pero ‘Solaris’ no hay quien la aguante, aunque salga Natascha McElhone, además que Kubrick solo hay uno y al perro lo encontramos en la calle). Divagaciones aparte, con esta película te ríes cuando hace falta, saltas en la butaca cuando conviene y el hilo narrativo no se pierde, aunque chirríe algunas veces cuando las incidencias circunstanciales de los encajes atemporales se hacen un estorbo para la trama. Un buen ejemplo de ciencia ficción sin pretensiones, como ‘Días extraños’ o lo que podría haber sido ‘Minority Report’, si no se hubiera enaltecido sobre sí misma.

La estética de futurismo retro pega, se agradece para que no todos sean láseres y phaseres, acontece a un ritmo oscilante y aunque le habría valido un poco más de intriga con aristas al suspense final (un desorden cuántico que encaje mejor las piezas, como en ’12 monos’) no se maltrata al espectador con recursos de serie B. Uy, otra película de Bruce Willis. No nos lo tengáis en cuenta.

En definitiva, un film muy entretenido, bastante creíble, aceptablemente resuelto y hábilmente encajado en un género que no escatima en parafernalias y que a veces se desmerece en la falta de contención.


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