Vian. Escritos de jazz

Publicado el 10 octubre 2011 por Santosdominguez @LecturaLectores


Boris Vian.
Escritos de jazz.
Traducción de Palmira Feixas.
BackList Contemporáneos. Barcelona, 2011.
Como los caminos del Señor, por decirlo de algún modo, son inescrutables, en general apenas se conocen los motivos que pueden llevar a un ser humano a convertir-se en crítico de jazz. Por esta razón, no trataré de ahon-dar en ellos aquí; dicho esto, intentaré hacer una esti-mación.
Así comenzaba Boris Vian su irónico artículo "El crítico de jazz", en el número 3 de Jazz News, en marzo de 1949. Y enumeraba a continuación estas razones para convertirse en crítico de jazz:
a) por azar;
b) para fastidiar a Delaunay;
c) para fastidiar a Panassié;
d) para ganar dinero (sólo en América);
e) porque no le gusta el jazz;
f) porque Eddie Barclay le ha pedido un artículo (que no le pagará, naturalmente, aunque dé prestigio);
g) porque toca en una orquesta de la que nadie habla nunca, y hace falta que alguien hable de ella;
h) para tener una tarjeta de visita y conseguir discos por la cara;
i) porque un amigo le ha pedido que escriba su bio-grafía porque no se atreve a escribirla él (así que se la dicta);
j) porque un loco ha tenido la idea de montar una re-vista de jazz, y le conoce de vista;
k) porque Mezzrow le ha dado una opinión que le pa-rece pertinente sobre un montón de discos;
1) porque acaba de salir del conservatorio (aunque no tiene nada que ver);
m) porque a todo el mundo le importa un c... el jazz, así que se puede escribir sobre jazz sin consecuencias;
n) porque se imagina que puede llegar a ser un buen crítico de jazz;
o) porque quiere tener las revistas de jazz a mano (vaya tontería; basta con sisarlas cuando no miran);
pj porque posee todos los discos de Charlie Kunz;
qj porque se llama FrankTénot o Sylvaine Pécheral;
r) porque es la vida, ya ves...
s) porque habla inglés y se dice: voy a entrevistar a Ellington;
t) porque se dice que así aprenderá inglés;
u) por tradición, de padre a hijo y de tal palo tal astilla;
v) porque no hay ninguna razón para que cualquiera sea crítico de jazz.
Con ese artículo se abre la edición que acaba de publicar BackList de los Escritos de jazz, de Boris Vian (1920- 1959), uno de los escritores más provocadores de la posguerra francesa. Escritor polifacético y cruel, cantante patafísico y dramaturgo procaz y antimilitarista, músico de jazz y periodista, autor de una obra amplia y polémica, un autor que vivió y escribió al límite y practicó la subversión como forma de vida y de escritura.
Vian, escritor y trompetista, tuvo una intensa relación con el jazz, una música que oyó e interpretó y en la que vio una raíz rebelde y un potencial de protesta (prohibid el jazz y habréis matado de cuajo todos los gérmenes de la rebelión social.)
El resultado de esa relación fueron los artículos que publicó -con su nombre y con diversos seudónimos- en la revista Jazz News, de la que fue redactor jefe desde noviembre de 1949: críticas de discos y conciertos de Miles Davis, Charlie Parker, Duke Ellington, Dizzie Gillespie, Louis Armstrong...
En ellos expresa una admiración sin límites por Miles Davis (es imposible tocar de modo más distendido), del que elogió su fraseo asombroso y un sentido de la estructura rítmica sensacional.
Esa impresión, que Vian había tenido oyendo las grabaciones, se confirmó en el directo de los conciertos: cada día de la semana tocó mejor que el anterior, aunque el lunes la cosa ya fue sensacional.
Y elogia a Charlie Bird Parker, que llegó al escenario con el ojo vidrioso como un zombi ..., y luego, el diluvio. Nos quedamos sin aliento, aturdidos, babeando.
O a Duke Ellington, que jamás ha tocado su instrumento tan bien. Su instrumento, es decir, su orquesta, una maravillosa maquinaria con la que Duke se adentra en el terreno del swing y de la perfección en la ejecución. Un señor que es capaz de pensar por veinte, el emperador del jazz de todos los tiempos.
O a Louis Armstrong, que hace exactamente lo que cabe esperar de un hombre al que agotan imponiéndole conciertos por toda Europa: toca bien, sólo se entrega a fondo muy de vez en cuando, aunque su ataque sigue siendo igual de nítido, su sonoridad igual de pura.
Pero Vian, a la vez que elogia a otros músicos como Lester Young (un grandísimo solista), escribe también de los que tienen un mal día o de los horrores de un festival de risa.
Y utiliza mucho humor, hace mucha parodia, proyecta mucha ironía en estos textos: Creo firmemente que Duke Ellington, Hines y los otros han plagiado a Chopin, ya que emplean más o menos las mismas notas del piano.
No manipularemos ninguna de las informaciones que nos hagan llegar. Si leemos en Paris –Match que Louis Armstrong lleva calzoncillos de flores y que le gustan los pañuelos de colres, lo reproduciremos tal y como lo hayamos leído, y si no es verdad, mucho mejor. Abajo el jazz, que es una música de degenerados, y arriba las marchas militares patrias: alta sociedad y todo lo demás, escribe en el sarcástico "¿Por qué detestamos el jazz?"
Y, quizá lo mejor del volumen, los textos canónicos que Vian escribió para La colección Phillips, la discográfica de la que fue director artístico. Entre ellos, los textos de los libro-discos Jazz pour tous y la imprescindible Historia abreviada del jazz. Un índice onomástico y sobre todo el Playlist que cierra el volumen y que contiene el canon jazzístico de Vian hacen de este libro un título de obligada consulta y de gozosa lectura.
¡Que pare la música!, gritaba la amiga de Vian que le acompañaba cuando sufrió un infarto en el cine donde proyectaban una adaptación de su Escupiré sobre vuestra tumba. Murió poco después, el 23 de junio de 1959, sin haber oído Kind of Blue, que Miles Davis y John Coltrane, entre otros genios, habían grabado pocos meses antes.
Santos Domínguez