El seleccionador, premiado con el título de Marqués por el rey Juan Carlos, demuestra con su actitud que ha culminado su ciclo y que, incapaz de decir la verdad y reconocer el origen de la vergonzosa derrota española, debe dimitir y retirarse, dejando el puesto de seleccionado a algún profesional al que los éxitos y los compromisos políticos no hayan convertido todavía en un ser domesticado y adaptado a la mentira.
La verdad de lo que le ha ocurrido a España en Brasil la dijo Xabi Alonso, cuyas declaraciones causaron revuelo en la opinión pública y rechazo en muchos jugadores, altos cargos del fútbol español, en el entrenador y en la clase política.
Menos mal que ha llegado Álvaro Arbeloa para apoyar "la verdad" expresada con valentía por Alonso y ocultada por muchos acomodados y acobardados.
Bien conocida es la amistad de Álvaro Arbeloa y Xabi Alonso. Ambos se profesan una gran admiración desde que coincidieron en el Liverpool y lo demuestran cada vez que tienen la oportunidad. La última vez ha sido ahora, con motivo de la eliminación de la selección española del Mundial de Brasil 2014, después de que Alonso afirmó que al equipo le había faltado hambre y espíritu de lucha, afirmaciones que han tenido gran eco y repercusión tanto entre los medios internacionales como en su entorno.
Ante el debate surgido tras las palabras de Xabi Alonso, el lateral, que no suele andarse con rodeos para decir las cosas, no ha tardado en posicionarse del lado de su compañero en el vestuario del Real Madrid con un tuit que no va a servir precisamente para frenar la polémica.
Álvaro Arbeloa dice: "Mi respeto y admiración para todos aquellos que prefieren causar molestias diciendo la verdad antes que admiración contando mentiras."
Mas claro el agua.
El señor marques debe irse, cargado de honores y de reconocimiento, eso sí, porque ha sido un gran profesional, pero ya es demasiado importante y ha sido castrado y mermado por el poder y la popularidad, como suele ocurrir siempre. Por so es bueno cambiar a los altos cargos y a los políticos con frecuencia, por la misma razón que hay que cambiar frecuentemente los pañales a los bebés.