No podemos escapar de ninguna de las dos experiencias, explicación que no me sirve para quitarme la culpa frente al llamado de R. Ella viviendo a ritmo vertiginoso y yo a cámara lenta. Hoy que puedo contarlo quizás ya no sea lo que fue y sólo tenga que recurrir a algunas evocaciones inútiles que algún lector entrenado se atreva a atesorar.
R tenía una cajita de música, la echaba a andar en esos momentos en que casi todo parecía paralizarse. La cajita musical era un cofre redondo con dos muñequitos arriba que giraban al ritmo de la música, y en cada vuelta sus bocas se rozaban simulando un beso de novios. La noche que R me llamó sonaba la cajita de música que se mezclaba con su voz. Hoy ya no la escucho y tal vez ella tampoco pueda leerme. De ser así el mail en que J me pide que le narre lo sucedido sólo tendrá por respuesta una suma de letras con agujeros sin que él pueda entender los vacíos que contienen. La O es O, pero también es lo de adentro de la O. Vacío, puro vació.Continuará..
AgC