A su voluntad se debió la entrada de Italia en la IGM a lado de Francia, Inglaterra y Rusia. Tras la derrota de Caporetto y la destitución de Cardona al frente del Ejecutivo, recobra la confianza de sus aliados. La paz sin embargo, traería una profunda crisis social y política en Italia. En 1922 rehúsa firmar el decreto de estado de sitio y encarga a Mussolini la formación del gobierno. Un hecho que le traerá nefastas consecuencias. Llevado por su deseo de no contravenir la opinión del pueblo italiano, al que creía claramente identificado con el Duce, se produce la aventura colonial en Etiopía en 1935; no puede oponerse al Pacto de Acero con la Alemania de Hitler y tampoco hacer valer su voluntad de mantener en la neutralidad a su país en la II GM.
Envuelto por tales sucesos, en 1943, consciente de la inevitable derrota militar del Eje, después de llevarse a cabo el desembarco anglosajón en Sicilia, ordena la detención de Mussolini y nombra al Mariscal Badoglio jefe del Gobierno. A primeros de septiembre, autoriza la firma del armisticio y se traslada a Brindisi con la Reina y el Príncipe heredero, Badoglio y los ministros militares.
En 1944 es obligado por los partidos antifascistas a nombrar al Príncipe “Lugarteniente del Reino”, abdicando en él un año más tarde, pocos días antes de producirse el referéndum institucional en el que el pueblo italiano escogerá la República como sistema institucional.
Exiliado en Egipto, morirá el 29 de diciembre de 1947 en Alejandría, tan solo diecinueve meses de después de su salida de Italia.
Fuente: Enciclopedia ABC, SGM.