La democracia es el menos malo de los sistemas de gobierno al ser, el que recabando la voluntad popular, consigue el más alto grado de legitimidad, pero cuando se trata de la noche electoral siempre pienso que es el mejor sistema, porque es aquel en el que todos ganan. A no ser que la derrota sea tan desastrosa como la sufrida por el PSOE en noviembre, siempre se consigue ver el lado positivo de las cosas. Pues bien, anoche, como en el final de La Vida de Brian, Javier Arenas hacía de tripas corazón para anunciar al mundo que era la primera vez que el PP ganaba las elecciones regionales en Andalucía. Ni el pobre Arenas creía que estaba hablando de victoria, porque su cara mostraba algo complentamente distinto. Tanto en Sevilla como en Génova el semblante triunfal de inicio de la velada fue mutando para ser la imagen de la derrota. Escuchamos a Dolores de Cospedal hablando de victoria cuando ni siquiera era capaz de articular frases coherentes con sujeto y predicado bien construidos. Eso sí, repitió quince veces que habían ganado las elecciones en Andalucía y, como si de un periodista deportivo se tratase, uso epitetos como histórico, inédito, mundial o colosal. Pero las caras de anoche no decían lo mismo. Los éxitos electorales solo se toman en la medida en que un partido alcanza el poder y en estas elecciones puede darse la paradoja de que, perdiendo las elecciones, el PSOE gobierne en Andalucía, mientras que, habiéndolas ganado puede que no gobierne en Asturias. Coincidiendo con los cien días de gobierno de Mariano Rajoy, se ha visto que la estrategia de Griñán de retrasar las elecciones regionales andaluzas, que tradicionalmente venían coinidiendo con las Generales, ha dado sus frutos. Ha echado por tierra la concepción de campaña del PP que mostraba a Javier Arenas como el candidato inevitable, pero los andaluces viendo el calado de las reformas y los recortes que está acometiendo el gobierno de la nación ha optado por lo malo conocido en lugar de lo "bueno" por conocer en palabras de Fernando Garea. Ha sido un grandísimo revés para Mariano Rajoy, no solo porque no consigue dar la puntilla a su enorme cota de poder en todos los niveles de la administración, sino porque su apuesta andaluza ha trastocado sus planes a nivel nacional y, aun más, a nivel Europeo. Mariano Rajoy se ha granjeado las críticas de sus colegas europeos, de la Comisión y hasta del BCE al retrasar hasta después de las elecciones andaluzas los Presupuestos Generales del Estado. Era una apuesta arriesgada que ha perdido. No obstante, el PSOE haría muy mal en celebrarlo demasiado, porque debe tener un incómodo compañero de viaje, como los ex comunistas de IU, que siempre han tenido a la socialdemocracia como enemigo a batir y no han dudado en no pocas ocasiones en pactar o favorecer el ascenso de gobiernos conservadores allí donde han podido. Parece que IU continua siguiendo la máxima del Kremlin de aliarse hasta con los nazis para impedir el ascenso de la socialdemocracia. Si, como defiende el corresponsal Fernando Garea, no existen derrotas dulces, porque no hay nada de dulce en perder, sí parecen existir las victorias amargas. Victoria amarga fue lo que saborearon los dos grandes partidos anoche. De ella no se libró el Partido Socialista en Asturias que, con 16 escaños a la espera de un posible decimoséptimo de la emigración, es el ganador de las elecciones, pero que deja un mapa electoral endemoniado. El Partido Popular ha sido la tercera fuerza política obteniendo otro jarro de agua fría al no desbancar a Foro Asturias de Álvarez Cascos como la fuerza conservadora más votada. Cospedal se vanagloriaba de que el conservadurismo ha ganado las elecciones, pero tiene un incómodo colega en el centro-derecha asturiano. El ex general-secretario del PP es hombre poco dado a los acuerdos, y más con su antigua fuerza política, con lo que el PP tendrá que sudar tinta para llegar a algún tipo de componenda y Cospedal lo sabía anoche. Hoy por hoy es más factible, y algunas voces del PP que desean neutralizar a la FAC para a la larga conseguir sus votos, hablan de que sería mejor un acuerdo con el PSOE que facilitase su gobierno en minoría. Aunque las elecciones solo es el segundo (o tercer) paso del juego político, ahora comienza la auténtica aritmética electoral para formar gobierno. Sea como fuere estas dos derrotas del PP (siempre conforme a sus propios objetivos) supone un balón de oxígeno para el maltrecho Partido Socialista que hacía meses que iba en caída libre. Sus líderes pueden sacar fuerzas de flaqueza para afrontar lo que, desde luego, sigue siendo un larguísima travesía por el desierto. Aunque personalmente a Rubalcaba le surge EL barón por antonomasia que será Griñán, que recordemos apoyó a Carma Chacón durante el fraticida Congreso del PSOE. Más aún cuando se espera perder el gobierno del País Vasco en un par de años.