A Analía le gustaría ser costurera, y soñando un poco más, llegar a ser una “diseñadora de modas”. Por eso está haciendo ahora un curso de corte y confección en una academia. Le atrae mucho “la moda de colorines”, como la que diseñan Custo y Agatha Ruiz de la Prada y cocinar ceviche, un plato típico de su país.
A Linda, con título de enfermera, le gustaría trabajar en “algo humanitario”
Esta transexual, amable y parlanchina, cuenta su vida en el descanso de un documental que la Fundación Triángulo, ONG de defensa de los derechos de gays, lesbianas bisexuales y transexuales, está preparando sobre su vida y la de otras transexuales que viven en Madrid. Las cámaras han seguido a las chicas durante un mes: en su casa, en el mercado, en su tiempo de ocio. Analía no quiere estar “toda la vida en lo mismo”. Pero dentro de esa rebeldía al final ha terminado por tener una rutina diaria: “Por la mañana me lavo la cara, bailo frente a la tele, entro en Internet en las páginas de contactos y trabajo con clientes a través de la webcam. También tengo clientes con los que tengo contacto físico. Luego me voy a clase de corte y confección…”.
Pensar y sentir como mujeres
El rodaje, dirigido por Fran Toro y con financiación procedente del Plan Nacional de Sida, pretende mostrar el día a día de estas personas que sienten, piensan y actúan como mujeres aunque nacieran con genitales masculinos. “La idea de hacer este documental surgió de las propias usuarias que acuden a la Fundación Triángulo. Ellas deseaban tener la oportunidad de poder contar la realidad de las trabajadoras transexuales del sexo. Queríamos hacer algo positivo, que mostrase que su vida diaria no es en absoluto marginal”, explica Teresa Navazo, coordinadora del documental y trabajadora social de la Fundación Triángulo. Las chicas se mueven con soltura delante de las cámaras. La idea es no interferir en su día a día, sino que las imágenes lo muestren tal cual es.
Doble estigma
Un estudio de la Fundación Triángulo, titulado Trabajadoras transexuales del sexo: el doble estigma, señala que un alto número de las transexuales que ejercen la prostitución son “extranjeras que se iniciaron en sus países y que, a su llegada a España, como consecuencia de la transexualidad y de la situación de irregularidad, no han tenido más opción que la de seguir ejerciendo”.
Para Analía, la operación de reasignación de sexo no es algo prioritario
En su día a día, Analía también tiene que luchar por conseguir que la miren como a una mujer. “Cuando voy al médico, la enfermera sale a buscarme y me llama por mi nombre masculino: ¡Marco Manuel Velasco…! La primera vez que me pasó sufrí un poquito; pero cuando me pasa le pido al entrar a la enfermera que sólo diga mi apellido… Y listo”, cuenta. Aunque el primer respeto es el que tienen que tener entre las propias transexuales. “Yo les digo que se hablen con educación, que no se insulten, que no se llamen maricón porque, si no, luego les va a costar más que les respeten los demás”, señala Navazo.
Ingresos económicos
Uno de los temas estrella en sus conversaciones, y que queda reflejado en el documental, es de la operación de reasignación de sexo. Este es también el principal motivo que aducen las transexuales a la hora de necesitar ahorrar de los ingresos derivados de la prostitución.
La mayoría son latinoamericanas, seguidas por españolas y rumanas
Hace algo más de dos años entró en vigor la Ley de Identidad de Género, que eliminaba la obligatoriedad de someterse a cirugía genital para poder cambiar el sexo en el DNI. Pero dos años después de su aprobación, las ONG que trabajan con este colectivo denuncian que la normativa impuso una serie de requisitos que, en la práctica, perpetúan la discriminación. Una de esas condiciones imprescindibles es que la persona que solicita el cambio de sexo debe hormonarse durante los dos años previos.
Aumento de especialistas
Desde Andalucía, la principal prioridad de su Asociación de Transexuales (ATA) es el aumento del número de médicos especialistas para reducir la lista de espera unas 150 personas en la comunidad andaluza y los tres años de media a veces hasta siete que distan entre el inicio del tratamiento hasta el quirófano.
Unas 3.000 personas han solicitado el cambio de sexo en dos años. Para Analía, la operación no es algo prioritario. En cambio, Linda, transexual argentina de 34 años, sí que quiere operarse. Es muy coqueta (le gusta que le digan que se parece a la actriz Nicole Kidman) y vive en un pequeño apartamento con varios gatos y decorado con una gran foto de Marilyn Monroe. En una estantería hay tres pares del mismo modelo de bota y en tres colores: rojo, blanco y negro.
“Es importante que se respeten entre ellas”, señala una trabajadora social
“Es habitual en las trabajadoras transexuales del sexo la dedicación constante al cuidado de su cuerpo debido, en especial, a su condición de transexuales así como por el trabajo sexual. Acuden con regularidad al gimnasio, compran ropa, perfumes, se realizan depilación por láser, cirugías plásticas…”, señala el informe de la Fundación Triángulo.
Analía y Linda toman hormonas y se han operado de los pechos. Saben que su físico es muy importante a la hora de trabajar, pero también quieren encontrar otra forma de ganarse la vida. Linda tiene su título de enfermera y le gustaría trabajar “en algo humanitario”. “Como trabajadora social”, explica, y ya está haciendo sus primeros pinitos como voluntaria en la Fundación Triángulo. Ella está casada con un español. “En agosto cumpliremos un año de casados y entonces podré pedir la nacionalidad”, afirma.
Latinas, rumanas y españolas
La mayoría de las transexuales que ejercen la prostitución en España son latinoamericanas, seguidas de españolas y de rumanas. Estas últimas forman un núcleo bastante inaccesible para los servicios sociales. Dentro del primer grupo, la mayor parte procede de Brasil, Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá, que suele ejercer la prostitución en espacios abiertos de ciudades como Madrid.
El perfil de una trabajadora transexual del sexo en Madrid es el de una mujer de unos 30 años que ejerce la prostitución desde hace unos nueve. Más de la mitad sólo tiene estudios primarios, frente a un 8,6% que tiene estudios universitarios. Las sustancias más consumidas en asociación con el ejercicio del trabajo sexual son el alcohol y la cocaína.
Entrada como turistas
“En general, la situación de estas inmigrantes es irregular. Suelen entrar a España como turistas y permanecen después en el país más tiempo del legalmente permitido bajo esta condición”, señala la Fundación Triángulo. Linda da un consejo “a las chicas que empiezan en esto”: “Que traten de tomarlo como algo temporal, aunque el trabajo sexual dignifica porque también es un trabajo”. Ella apuesta porque legalicen la prostitución ya que así “habría menos mafias”.
Linda participa en el documental de la Fundación Triángulo porque quiere “transmitir a la gente cómo es nuestra vida”. Una vida que pasa también por ir de compras o pasear por Chueca.
La movilidad entre el colectivo transexual que ejerce la prostitución en España es habitual. La finalidad de esta movilidad es la de evitar el efecto cara quemada, común entre las trabajadoras del sexo transexuales. “Lo que se intenta es buscar espacios donde ser una novedad. Ser una cara quemada supone que una transexual es conocida y reconocida por los clientes habituales de un espacio, no pudiendo competir en las mismas condiciones que otras trabajadoras sexuales recién llegadas que resultan más atractivas por la novedad”, reza el informe de la Fundación Triángulo.
A muchas les gustaría quedarse en España, pero si la Policía las pilla en la calle, donde muchas buscan clientes, la expulsión, al no tener papeles, es inmediata. “Pero tenemos que buscarnos la vida, lo peor que podemos hacer es escondernos”, reclama Analía, que el próximo verano saldrá “de gira” por la Costa Brava ante el bajón de clientes que habrá en Madrid debido a las vacaciones.