A raíz de que en un observatorio astronómico norteamericano se reciba una señal del espacio exterior en forma de código que revela una forma de vida inteligente extraterrestre, se desencadena un terremoto de reacciones dentro de las sociedades científica y política mundiales. Pero no se trata de una reunión de urgencia de la ONU para ver cómo enfrentarse a este acontecimiento magno para la historia de la humanidad. A lo que asistimos es a oscuros tejemanejes por parte de dirigentes de primera y de quinta fila, dictatorzuelos, gangsters, espías y pillos de toda condición, que usan la información y se despedazan unos a otros para utilizarla en su propio beneficio. Personajes que en muchos casos remiten a unos modelos reales con los que el lector puede pasar un rato entretenido descubriendo quién es quién.
Esta fábula disfrazada de intriga de ciencia-ficción es en realidad una sátira política y sobre la estupidez humana, en la que en ningún momento aparecen los extraterrestres. En el fondo, a nadie le importan. Para el autor no son más que una forma de retratar una sociedad corrupta, para sus personajes son un medio para lograr un fin egoísta, y los lectores se olvidan de ellos, más interesados en ver cómo se desenmañará la compleja trama de ambiciones y engaños en la que se ven envueltos todos. Eisner recurre a caracterizaciones complejas, aferradas a los modelos del género, pero rehuyendo los tópicos Un asesino a sueldo simpático, un héroe dispuesto a tragarse sus escrúpulos y, en definitiva, personajes con luces y sombras, cargados de matices. El autor no tiene esperanza en el ser humano, sabe que todo aquello que toque lo va a pervertir y opta por no dar segundas oportunidades.
Formalmente, el maestro rompe los moldes de la página, se salta la estructura de la viñeta y sus márgenes. Cualquier línea vale para enmarcar una escena. Los encuadres no dejan de ser en ningún momento inusitados. Desarrolla con destreza acciones paralelas en la misma página. Describe elipsis sin que apenas seamos conscientes. Revuelve la narración sin que por esta complejidad formal se pierda el hilo discursivo ni la coherencia. Con ojo certero y pluma afilada, Eisner describe una lúcida sátira sobre el ser humano. Una sátira con moraleja, porque Will Eisner es, en definitiva, y estoy de acuerdo en esto con Rafael Marín, un moralista. Como todos los grandes satíricos.
Fran G. Lara