Compañía
Compañía Nacional de Teatro Clásico, en colaboración con Cheek By Jowl y Barbican, London y Scene Nationale D'Albi, France
Intérpretes
Ernesto Arias, Prince Ezeanyim, David Luque. Rebeca Matellán. Manuel Moya, Alfredo Noval, Goizalde Núñez, Antonio Prieto, Irene Serrano
Argumento
Un príncipe encadenado en una montaña. Una joven disfrazada de hombre en busca de venganza.
Revolución, amor, asesinato… pero, ¿es lo real verdaderamente real? ¿O es todo un sueño?
Un muro verde de puertas da la bienvenida al público.
El pasado sábado 16 de diciembre de 2023, asistí, en el magnífico y precioso teatro Arriaga de Bilbao, (Bizkaia, España), a la representación de la obra cumbre de Calderón de la Barca, "La vida es sueño".
Recuerdo que, en el colegio, nos hicieron, supongo que fue el profesor de literatura de los padres Salesianos de Burtzena, (Barakaldo, Bizkaia, España), memorizar algunos párrafos del soliloquio del atribulado protagonista de la obra, Segismundo. Aquello de "- ¿Qué es la vida?: Una ilusión, una sombra, una ficción. Porque toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son». Más "Sueña el rico en su riqueza..." (mira que han pasado años y no se me han olvidado).
Y, claro, esta nostalgia del pasado, que en mi caso fue muy feliz, se me acrecentó al oír al personaje de Segismundo decir las mismas palabras, esta vez en el todo que es la obra.
La representación, que dura, prácticamente dos horas, es excelente, gracias a la notable labor de sus intérpretes, con un Ernesto Arias, que compone a Segismundo, peculiar en su dicción y maneras de moverse e interrelacionarse con el público en un par de escenas. Compone de forma, en principio extraña, luego muy sugestiva, al perdido protagonista, que no atisba a dilucidar si está soñando o viviendo, o soñar que está viviendo o viceversa.
A esto se añade la puesta en escena, en principio minimalista, con un largo muro verde con diferentes puertas, de las que entra y salen, cantando, gritando, hablando, los demás personajes.
Y el juego de luces, impresionante, más la edición de sonido y música, a veces evocadora, otras estridente, violenta, hacen que el espectador en ningún momento se salga de la representación, que quizás en su último tercio al menos parezca se alarga un tanto, pero es necesario para la resolución de la obra, donde el humanismo y la razón triunfan sobre la muerte, el poder y la ambición.
Muchas preguntas, a los que el espectador debe dar sus respuestas, acerca de la frágil condición humana, de las decisiones de otras personas que menoscaban la libertad individual, el poder de una errónea educación por mor de profecías malsanas que imperan sobre el amor paterno... todo ello mostrado con mucha fuerza, tensión y también humor.
Al comienzo cuesta un poquillo entrar en materia, pero luego uno/a no puede si no ceder ante la calidad de la propuesta.
Al final, como es lógico, hubo muchos aplausos y bises. Se lo merecían todos sus componentes.